viernes, 16 de noviembre de 2012

Numeralia diabética.






Tengo que reconocer que noviembre no ha sido muy bueno para mi estado de ánimo con respecto a la diabetes o al menos así parece reflejarlo el tono un tanto oscuro de mis dos últimas entradas. Sin embargo quisiera poner en claro que no estoy para nada ni triste o desanimado y tampoco enojado con la enfermedad ni con la idea de tener diabetes. Después de todo, tener diabetes es mi realidad y tengo que aceptarla y si bien no la puedo cambiar, puedo hacer todo aquello en la esfera de mi alcance, para mantenerme en control y no permitir que el deterioro esperado sea una realidad en mi caso. Llevo trece años intentándolo y parece ser que hasta ahora es un éxito.

Quienes leyeron la última entrada saben que me tomaron muestras de laboratorio el mero Día Mundial de la Diabetes y tendré mis resultados para el próximo miércoles 21. Mi expctativa es que las cifras que revelan mi estado de salud, declaren que no solo digo sino que en efecto, hago aquello que predico: ejerzo disciplina y me cuido.

El miedo a las consecuencias de no cuidarme me tiene motivado para mantener la disciplina, ya que saber a qué me puedo enfrentar en un no deseado hipotético futuro, es suficiente para que no lo tome a la ligera. Eso y la certeza de que si me cuido, mi condición física me permitirá hacer cosas a mi edad que aún para gente sana de mi edad, no son sencillas.

Así que cuidandome me salgo un poco o quizás un mucho de las estadísticas asociadas a la diabetes, cuestión que me llena de satisfacción ya que me refleja de manera positiva el esfuerzo diario, ese despertar todas las mañanas y declarar antes que otra cosa, "solo por hoy".

Así pues, este preámbulo lo he escrito con la intención de darle paso a una serie de datos que tienen que ver con las estadísticas de la diabetes y las enfermedades asociadas, además de los números que nos ubican acerca del impacto de esta enfermedad sobre los sistemas de salud de los países y en última instancia en la economía.

Tomo la información de lo que el períodioco Publimetro publicó, precisamente, el día 14. y si bien no transcribiré todas las cifras, ennumeraré las que considero de relevancia particular.

México ocupa el décimo lugar mundial en diabetes, pero se estima que para el 2030 ascienda al séptimo.

En las dos últimas décadas se han incrementado los casos de diabetes, representando en la actualidad el 90% de los casos totales la diabetes tipo 2.

La diabetes tipo 2 se puede prevenir con sencillos cambios en el estilo de vida al abandonar el sedentarismo y modificando positivamente los hábitos alimenticios.

Las complicaciones asociadas a la diabetes que se presentan con mayor frecuencia son ceguera, pérdida de la dentadura, accidente vascular cerebral, poblemas cardiovasculares, daños a los riñones y pié de diabético.

Por cierto, una de cada tres personas con pié de diabético, terminará en amputación.

La diabetes está asociada al sobrepeso u obesidad, lo que ocurre en cada dos de cada tres mexicanos.

En el grupo de edades de los 40 a los 59 años, las complicaciones de la diabetes son la causa de uno en cada cuatro decesos.

De cada 100 personas con diabetes, catorce presentan nefropatía, diez desarrollan neuropatía (daño al sistema nervioso), diez sufren de pié de diabético y cinco habrán perdido la vista.

Como se puede apreciar, no es sencillo mantener la cordura y hacer un análisis objetivo cuando se está de este lado de la enfermedad. Por ello hoy lo escribo así, no se trata de negar lo que estoy sintiendo en ciertos momentos, sino que hay ocasiones en que el discurso "políticamente correcto" no cabe y hay que tomar al toro por los cuernos, dejar de lado los eufemismos y las conductas de evasión de la realidad y darnos cuenta que, sin arruinarle la fiesta a nadie, se puede vestir con el festivo "azul diabetes" pero manteniendo la cabeza fria y no olvidando que quien tiene información y conoce de su padecimiento, por dolorosa que ésta sea, tiene mejores armas para mantener el control. Así que ahora que ya pasó la fecha, que ya los globos se desinflaron y las serpentinas fueron barridas, sigo en control, sin perder la perspectiva, sabiendo que mi sistema endocrino no sabe de fechas ni celebraciones y tiene que recibir esa diaria ayuda para seguir operativo, por que la diabetes es la mejor muestra de que nuestra fisiología ya no trabaja en automático. Así pues, como dijera el buen Alastor "ojoloco" Moody, hay que estar en "alerta permanente"-

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Día Mundial de la Diabetes 2012



Este 14 de noviembre pienso en dos noticias para un poco probable futuro que estoy seguro no lo serán. Que se acaba el mundo el próximo 21 de diciembre y que ya hay una cura para la diabetes. Aunque el aforismo reza que “no tener noticias son buenas noticias”, no siempre el ignorar algo implica que no exista o que no nos pueda afectar.  

Hoy por todo el mundo se lanzan felicitaciones por el día, por la diabetes, por lo que sea, pero no sé por qué, pero nunca he podido celebrar ni aceptar ser felicitado por tener diabetes. Si por el contrario, en vez de contraer diabetes me hubiera sacado la lotería, estaría recibiendo felicitaciones, invitaciones a comer y cenar (por mi pagadas, claro) y estaría estrenando parientes que ni sabía que tenía. Pero no, tengo diabetes y es una enfermedad que me va deteriorando lenta pero progresivamente y no me puedo sentir feliz por ello ni creo que quepa una felicitación al respecto.

Por otro lado, el término conmemorar, hacer memoria, me parece mejor ya que no es sinónimo de simple alegría, de festejar por festejar aunque no venga tanto al caso, sino de recordar. Recordar el que perdimos la impecable salud, que tenemos que esforzarnos mucho más, elegir y contar lo que comemos, y dejar de lado aquellos años de placeres culinarios irrestrictos. Hay que estar monitoreando la glucosa en sangre y toda esa larga lista de  cuidados que implica vivir con diabetes. Cuidados que van desde la insulina, hipoglucemiantes, medicamentos para la presión, el colesterol, los dolores neuropáticos y una larga lista que pasa por análisis periódicos, tratamientos, terapias y el penoso paso por los deterioros de salud que se van instalando para, no sólo quedarse, sino para irnos quitando capacidad, movilidad calidad de vida. Por eso no celebro ni felicito a nadie por tener diabetes. 

Aprovecho esta entrada de las no felicitaciones y las no noticias para tocar un tema que pocas veces se dice con la fuerza suficiente, pero si es que nuestro sistema de salud cumple con sus compromisos internacionales, tendrá que convertirse en un tema relevante y ser tratado con la seriedad que se merece. Me refiero a la prevención de  la diabetes, en particular la tipo 2, que ya se sabe tiene factores desencadenantes que se pueden evitar y mantener bajo control.  

Hoy la viñeta que uso se la tomo prestada del World Diabetes Atlas de la International Diabetes Federation y es una ilustración dramática de la cantidad de casos estimados de personas que en el mundo viven con diabetes y no tienen un diagnóstico. Las cifras son de espanto pues no hay nada peor que la desinformación y más en el caso de una enfermedad que requiere ser atendida antes de causar daños irreparables que pudieron ser evitados con un diagnóstico oportuno. 

En este México que tanto amo, nuestra población cuenta con las características genéticas que nos hacen propensos a padecer diabetes con mucha más frecuencia que otras poblaciones de diferente composición genética. Ello convierte al problema en uno de importancia especialmente relevante y doy mi argumento: A diferencia de otras naciones, contamos con sistemas de salud –con carencias y deficiencias pero que son de alcance popular y sumamente accesibles cuando los hay-, cosa que no ocurre en otras naciones, incluso en las llamadas desarrolladas. Ello implica que los costos directos relacionados con la atención médica no se perciban tanto en la población en general como un gasto oneroso y recurrente, aunque si bien en muchos casos la elección sea por la medicina privada muchísimo menos accesible para un bolsillo estándar. De ahí que las complicaciones graves se perciben en la pérdida de la salud y no tanto en el costo catastrófico que conllevan una amputación de extremidad inferior, una hemodiálisis, un bypass coronario y otros muchísimos procedimientos que requieren hospitalización y uso de equipo caro y personal altamente calificado. 

Sin embargo, sí se perciben en la pérdida de la capacidad de producir un ingreso digno, de la autonomía personal y se va convirtiendo uno en una muy pesada carga para la familia. Por ello cuidarse y prevenir es primordial. Ahí están los números y como dije al principio, en el caso de la diabetes no diagnosticada, las no noticias, no significan buenas noticias.

Conmemoremos este día.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Tengo Diabetes


                                   
Hace mucho tiempo en que no me detenía a recordar esa primera confrontación con el diagnóstico de la enfermedad y la avalancha de sentimientos que caen, así como queriendo pasar inadvertidos, sigilosamente, pero con la devastadora fuerza de un huracán y que de vez en vez regresan con una fuerza titánica para recordarme esa casi irrelevante realidad que me grita, ¡tienes diabetes!

Este blog ha sido para mi un asidero del cual pendo para no caer. Cada vez que me siento frente a la máquina, con la mente en blanco, esforzándome por tener un tema para escribir, que valga la pena compartir y que no haga huir a mis lectores, encuentro que las ideas, los asuntos, los análisis, van llegando como por arte de magia y suavemente, como una refrescante brisa. Así, el texto va llenando de negras letras la pantalla. No es garantía de éxito en mi propósito, pero al menos he logrado vencer a mis internas restricciones y de nuevo, hay algo que contar.

Hoy mi gran reto era llegar -que digo cansado, lo que le sigue- y ponerme a escribir y cuando me puse frente al teclado, férreo enemigo que provoca el tropiezo y evidencia la supina redacción y la persistente carencia ortográfica, me vi seco, con la mente totalmente en blanco y sin idea de qué poner en ese electrónico lienzo blanco que voy manchando a la de clac, clac...

Pero al final ocurrió como sucede siempre que logro hacer fluir las ideas, los recuerdos asociados a la diabetes, al diagnóstico, a las limitaciones, la marginación alimentaria, el desgaste acelerado, la pérdida de funciones y el incrementado riesgo de un infarto o un derrame cerebral, termino un poco más exhausto que cuando empecé, pero sin esa pesada carga que, en cada instante vivido, se va agregando a la conciencia del "tengo diabetes". El efecto es como si arrojara a un electrónico pozo toda esa carga emocional, las frustraciones y los dolores cotidianos. Me pongo ligero, floto emocionalmente y encuentro una renovada energía para seguir adelante. Me libera, me relaja y me complementa el día. Por ello, si hay por estos electrónicos páramos algún lector que indulgentemente se asome, podrá ver un atisbo de esa, mi muy reservada alma, que de vez en vez deja salir algún testimonio, reflejo de mi muy íntimo sentir y pensar.

Lo siento, hoy es uno de esos días de reflexión que no quiere ser pesimista, pero el topar con la realidad, como quien da contra un muro de concreto, se duele con ese dolor del coscorrón, que aunque lo sobemos, se queda un largo rato y nos permite un atisbo de imágenes de estrellas. Que no llore o no me queje no erradica el dolor que está ahí, permanentemente agazapado junto con su pertinaz secuaz, la certeza de que esta condición no tiene cura.

Cuando me siento en este estado de ánimo que se va mitigando al escribir, cada renglón es cual mítico bálsamo que restaña heridas y me va dando el espacio para ir encontrando las ideas que, en principio me sirven a mi y en consecuencia llegarán a tocar muy hondo quizás en otro espíritu atribulado por padecer diabetes.

Viene a mi mente posándose al frente, como quien se cuela en la fila, el recuerdo del peso del diagnóstico y esos primeros instantes a solas con la enfermedad; instantes que pueden durar horas, días, meses e incluso años. Pensar ¿tuve acaso yo la culpa? y luego guardar un culposo silencio, culposo pues sabemos o al menos creemos saber la respuesta y nos duele escucharla pronunciada por nosotros mismos, aunque sea en la intimidad de nuestra propia conciencia.

Pero la pregunta es, precisamente, ¿somos culpables? y me respondo, no no lo somos. Culpables no, descuidados, desordenados, quizás hasta indolentes o necios, pero no culpables. Cualquiera que sea el tipo de diabetes que padezcamos, el haberla obtenido no es una cuestión de culpa. Es cuestión de muchísimos factores, entre los que están: falla en el código genético, limitaciones de tipo metabólico, estilo de vida, tipo de alimentación, trampas sociales y educación alimentaria. Hay más, pero que con estos baste.

Que me dio diabetes tipo 1, o me cuido y me inyecto insulina o no sobrevivo. Que la que me dio es la tipo 2. Igual, a cuidarse y medicarse y hacer ejercicio o que fue gestacional. Aquí es más crítica por que el riesgo se multiplica al menos por dos.

¿Qué hacer? ¿cómo manejarlo? espero ir desgranando de aquí al día catorce, estas y otras respuestas para preguntas aún no elaboradas. Ya estoy bien a punto de tomar el último alimento de esta jornada de vida y en la expectativa de despertar mañana y como todos los días desde que tengo diabetes y me cuestiono si podré soportar otro día con esta pesada carga, hacerme del ánimo y decir como todas las mañanas: Solo por hoy...




sábado, 3 de noviembre de 2012

La Gran Prueba Azul (Big Blue Test) en la Diabetes tipo 2



Como había anticipado en la entrada de ayer -la cual se publicó hasta hoy en la madrugada dado que el reloj no quiso esperar a que terminara de revisar y pulir el texto-, hay una enorme ensalada de temas que tratar y dentro de esa variedad encuentro también, coincidiendo además con los esfuerzos de la “sociedad civil”, un tema que está teniendo una presencia muy interesante y que me encuentro frecuentemente en redes sociales. Se trata de la Big Blue Test promovida por la “Diabetes Hands Foundation” y cuya misión es poner en contacto, involucrar y dar fuerza a la gente tocada por la diabetes. El resultado más perceptible es el de despertar conciencia de y hacia la diabetes y quienes a su vez tienen varias páginas asociadas con iniciativas de cuidados, consejos e interrelación entre gente con diabetes o interesada en el tema.

Dentro de las múltiples iniciativas que ha impulsado este grupo, se encuentra la que le da nombre a la entrada de hoy y es la futuramente famosa Gran Prueba Azul o Big Blue Test, en inglés. La idea detrás de este colorido nombre es impulsar la actividad física entre la comunidad diabética mundial y probar algunas hipótesis entre las que se encuentran:

Una vida activa físicamente previene de complicaciones crónicas.

Si antes de hacer ejercicio –siempre después de asegurarnos que no lo hacemos en ayunas-, nos medimos la glucosa en sangre,  hacemos ejercicio y al finalizar volvemos a controlar glucosa, habrá una disminución de los niveles de glucosa, atribuibles a la actividad física.

Se puede iniciar un esfuerzo de concientización a nivel global y alcanzar un relativo éxito en su difusión.

Una vez que se inicia un programa de ejercicio constante, se puede continuar una vez que el beneficio personal queda patente.

Se puede ligar este esfuerzo a una causa altruista involucrando un patrocinio con un destino claro, objetivo y a favor de la salud.

Bueno, eso en términos generales es lo que he entendido de la lectura de los boletines que amablemente me llegan a través de sus múltiples medios como son la propia Diabetes Hands Foundation, Big Blue Test, TuDiabetes.org y EsTuDiabetes.org, a los cuales estoy suscrito. 

La meta fijada para este año es la de poder alcanzar las 20,000 pruebas antes del 14 de noviembre, fecha en que se conmemora el día mundial de la diabetes. La propia fundación ha lanzado un llamado urgente para que todos sus suscriptores difundan este concepto y haya cada vez más diabéticos realizando esta prueba, que va más allá de reportar un contenido de glucosa en sangre antes y después de haber realizado alguna rutina de actividad física, sino que el resultado obtenido tiene una serie de consecuencias asociadas además de la muestra de sangre y su resultado. A cada prueba reportada se obtiene un donativo de US$5.00 (cinco dólares) que aporta Roche Diabetes Care para apoyar las labores de la fundación. Esfuerzo en extremo loable ya que constituye una idea extraordinaria que combina el impulso del automonitoreo de la glucosa (el negocio de Roche), adicional a la realización de ejercicio físico tan útil en la vida con diabetes, permite formar un mapa de diabéticos conectados en la red, ayuda a educar y sensibilizar con acciones tangibles y medibles con beneficio personal (ejercicio + monitoreo) y ayuda a recabar generosos fondos para expandir la labor. Una combinación realmente ganadora.

Finalmente solamente quisiera agregar que ya desde hace un rato hago ejercicio de manera cotidiana y ahora con el programa de la Gran Prueba Azul solamente me pico los dedos antes y después del ejercicio y reporto el resultado en la aplicación que descargué de ITunes Store y me cuido, tengo evidencia documental del resultado y aporto para una muy buena causa.

¿Tienes diabetes o algún familiar, amistad o compañero de escuela o trabajo padece diabetes? Usa o Sugiérele las ligas que hoy comparto y en comunidad tratemos de construir un futuro mejor con un beneficio tangible personal en el corto plazo.


Diabetes en el mes mundial de la diabetes – Panorámica general





Aunque con casi veinticuatro horas de retraso para entrarle con todo entusiasmo al mes dedicado al tema de la diabetes, pero haciendo uso y abuso del aforismo “nunca es tarde”, comienzo este noviembre de 2012 haciendo una reflexión sobre los aspectos generales de esta dulce condición y los temas que pienso estar analizando a lo largo de este mes, en particular en el primer tramo que va de aquí al día 14, fecha en que se conmemora el Día mundial de la diabetes. 

Recordar por ejemplo, qué es la diabetes, cuales tipos de diabetes se conocen así como cuales otras condiciones que tienen desconcertados a los médicos se pudieran considerar como otros tipos de diabetes, en qué consisten las principales diferencias de los tipos de diabetes reconocidos por la comunidad médica, los casos particulares de complicaciones agudas y las complicaciones crónicas, la esperanza de vida de los diabéticos con y sin control adecuado de la enfermedad, la vida cotidiana con la diabetes y opciones de cuidados, medicamentos de última generación, la importancia del automonitoreo, el valor del ejercicio y el plan de dieta en conjunto con la atención médica, prevención y detección temprana y el costo de cuidarse vs el costo de no hacerlo.

Hay muchísima tela de donde cortar y de seguro habrá mucho de qué hablar en particular sobre lo que se hace en el ámbito de salud pública y lo que se hace en la denominada sociedad civil cuya actividad es hoy en día sumamente visible por su intensa actividad en las redes sociales. En la primera clasificación está la Secretaría de Salud Federal y las entidades estatales que de unos pocos años hacia acá hacen un esfuerzo cada vez mayor y más enfocado hacia la prevención y tratamiento temprano que en lo relativo a la atención de crisis derivadas de complicaciones crónicas y agudas de la enfermedad. Esto mucho derivado de los convenios internacionales del gobierno, pero mucho también por la reciente aceptación de que desde el punto de vista económico es mucho menos costoso prevenir y que de no hacerlo, no habrá presupuesto que alcance en el futuro. Dura realidad, pero realidad al fin. 

La sociedad civil está muy fragmentada y en lo general o carece de un presupuesto para actuar de manera contundente o sus recursos son muy limitados, en particular si comparamos estos con el poder económico del estado. Sin embargo, la gran ventaja que tienen estas redes sociales organizadas en el ámbito de la sociedad civil es la agilidad, el ingenio y un tesón digno de admiración. De estas iniciativas se han organizado grupos de pacientes y sus familiares, gente que busca conocer más de la enfermedad, su tratamiento y formas de resolver los problemas de vivir con diabetes y sus complicaciones. Ese fue el origen de las asociaciones de diabetes, los foros de pacientes y otras mil iniciativas. Hoy día contamos con organizaciones muy bien constituidas como las federaciones de diabetes que operan a nivel nacional en muchas partes del mundo y que agrupan a las asociaciones locales, formando una gran masa crítica con capacidad de voz audible en las más altas esferas de gobierno. Otro foro de organización y difusión son las redes sociales en donde aparecen cada vez con mayor frecuencia sitios que van aglutinando a los interesados en el tema y ayudan en el esfuerzo de difundir información sobre la enfermedad y otros temas relacionados. En algunos casos incluso, la difusión de programas de apoyo, iniciativas de donación de medicamentos o accesorios de monitoreo u ofertas sobre productos relacionados. Hay también, como es mi caso, muchísimas páginas con formato de blog vaciando cualquier cantidad de información, opiniones, recetas, ejercicios y hasta expresión fuerte de estado de ánimo sobre la diabetes. 

Ya no estamos solos los diabéticos y esta reflexión, hoy, es el inicio de un esfuerzo que espero mantener diario a lo largo de lo que queda del mes como un virtual e-granito de arena en el sentido de una mejor vida compartida con la diabetes.

domingo, 23 de septiembre de 2012

La Diabetes y el envejecimiento.



Conforme la medicina y los estándares de vida van mejorando para la población en lo general, una consecuencia no prevista pero muy bienvenida es el alargamiento de la expectativa de vida en lo general. 

Consultando datos demográficos y la estimación del lapso de vida promedio en la humanidad desde las primeras eras en que nuestra humana especie asienta sus reales sobre la superficie del planeta, esta medida de la esperanza de vida ha venido marcando un aumento, excepto por ciertos períodos históricos en que por razones de guerra o epidemias, como fue el caso de la Peste Negra en la Europa medieval, en que esta esperanza se redujo notoriamente. Así, mientras que los individuos del Neolítico podían esperar vivir unos veinte años en promedio, en las edades de bronce y de hierro, ésta se incrementó por dos años en promedio. Tanto en la Grecia y Roma clásicas esta cantidad asciende a los 28 años y en la Norteamérica precolombina la tasa promedio varía de 25-30 años. 

Si bien estas cifras nos muestran un sostenido crecimiento de años por vivir en las sociedades conforme los beneficios derivados de la civilización se reflejan en mayor bienestar, mejor atención médica y métodos de prevención de enfermedades, también nos marcan efectos negativos de este nuevo tiempo ganado a la naturaleza. Los efectos de los que estamos conscientes en mayor grado son el incremento de la población que presiona sobre el medio ambiente y los recursos naturales y la aparición y proliferación de enfermedades antes desconocidas o muy raras.

Una buena manera de verlo podría ser la de considerar que mientras que los humanos del Neolítico habían ya vivido una vida completa a los 20 años en promedio y ya incluso habrían transmitido todos sus conocimientos a la siguiente generación joven, preparándose al fin de su ciclo de vida, en este siglo XXI, tal ha sido el incremento de la esperanza de vida –casi se ha cuadruplicado-, que las sociedades buscan mandar a sus jóvenes apenas llegados a la edad adulta a estudiar a una Universidad o su equivalente, para comenzar a prepararlos en la obtención de los conocimientos y habilidades que deberán adquirir para desarrollarse en el medio social humano los siguientes 40-50 años por vivir. De meditar profundamente.

Todo el anterior repaso sobre datos de carácter demográfico pretenden ubicarnos en el tema que deriva de un correo recibido de mi buen amigo Santiago, quien compañero en esto de envejecer siempre encuentra cosas interesantes para compartir y en esta ocasión me mandó un artículo (aunque no vienen referencias de la fuente), pero que luego de una exhaustiva investigación encuentro que se basa en un artículo intitulado “Midlife Fitness and the Development of Chronic Conditions in Later Life”, que traducido libremente significa algo así como “Acondicionamiento físico en la edad madura y el desarrollo de condiciones crónicas en la ancianidad” y que fue publicado en el numero de agosto del 2012 de la revista Archives of Internal Medicine y del que aprovecho para tomar algunas citas, cifras y comentarios, para tratar el tema de hoy.

En el artículo, la mención sobre la edad hace hincapié en que vivir más no implica vivir mejor y que aunque en algunas naciones del primer mundo la esperanza de vida roza los 80 años, el deterioro asociado a la edad avanzada no hace este tiempo extra un sitio feliz para vivir. Entre otras muchas enfermedades, la diabetes y las de tipo cardiaco afligen de forma particular a la población que va envejeciendo, aun cuando en muchos casos no hayan llegado a la categoría de “ancianos”, generando una condición denominada “prolongación de la morbilidad”. Es decir, el tiempo que se vive sufriendo una enfermedad, lo que nos lleva al concepto de ¿Vivir más vale la pena si se va a vivir sufriendo? ¿Es el sufrimiento prolongado una condena -Karma dirían en el oriente-, un futuro ineludible para quienes sobrevivimos otro día más? Bueno, de acuerdo con el artículo, depende mucho de nuestros hábitos de ejercicio y la condición física con que lleguemos a una edad avanzada.

Resulta que el equipo que reporta sus hallazgos, los investigadores del University of Texas Southwestern Medical Center and the Cooper Institute in Dallas, hicieron un estudio con 18,670 mujeres y hombres de mediana edad que desde 1970 habían visitado al Cooper Institute para un chequeo médico. La edad promedio del grupo fue de 49 años y todos eran sanos y sin enfermedades crónicas en su primer chequeo en que hicieron la prueba de esfuerzo para determinar su condición aeróbica. Con base en estos resultados se dividió al grupo en cinco diferentes categorías, donde la mayoría quedó -como sucede en la vida urbana moderna-, en la sección de menor condición.

Posteriormente, en una comparación de datos hecha por vez primera para este tipo de estudios, se revisaron los siniestros médicos (Medicare) desde 1999 hasta el 2009, tiempo en que la mayoría de los participantes habían alcanzados la séptima u octava década de vida. Los investigadores encontraron que aquellos que habían sido los de menor condición al momento del chequeo inicial, también fueron los más propensos a desarrollar una variedad de padecimientos crónicos tales como Cardiopatías, Diabetes, Alzheimer y cáncer de colon o de pulmón.

Por otro lado, los adultos con mejor condición en sus 40´s y 50´s aunque también desarrollaron frecuentemente muchas de las condiciones arriba anotadas, estas aparecieron de manera notable mucho más tardíamente que en los primeros. De forma típica, aquellos con mejor condición aeróbica vivieron con enfermedades crónicas en sus finales cinco años de vida, mientras que los que tuvieron menos condición aeróbica vivieron sus últimos 10, 15 o incluso 20 años con éstas.

Como suele suceder en estos estudios, si bien al publicarlos sus autores aceptan que aún hay mucho que investigar y que no son concluyentes, se observa una tendencia clara y una innegable correlación entre un buen estado de salud física y una rutina sana de ejercicio, preferentemente del tipo aeróbico. Esto es, mantener un estilo de vida activo coadyuva a una mejor calidad de vida en el largo plazo.

Sé que un solo caso no hace ciencia y cuando mucho puede citarse como una confirmación o una posible excepción a la regla. Sin embargo muchos diabéticos tipo 2 (DM2) estamos más que ciertos que nuestra condición aparte de ser una consecuencia de genes propicios para desarrollar nuestra condición, mucho contribuyó a nuestra mala fortuna un estilo de vida con poca actividad física y un exceso en la ingesta de calorías. En mi caso, la cuenta me llegó a la tierna edad de 49 años –edad en que los sujetos del estudio apenas comenzaban su período de seguimiento- como un balde de agua helada y me ha dado hasta ahora doce años de convivencia con la DM2 y todo lo que ello implica con el paso del tiempo. Sin embargo, a pesar de los pronósticos pesimistas de médicos, amigos, familiares y un largo etcétera, he logrado y hasta ahora mantenido lo que parece ser la meta más difícil en alguien con diabetes; mantenerme en control de mis niveles de glucosa, lípidos y tensión arterial. Casi todas las mañanas alrededor de las seis hago presencia en el gimnasio donde uso los aparatos de ejercicio aeróbico, los de fuerza y tono muscular (músculo devorado por los picos de glucosa) y la alberca semi-olímpica en la cual suelo nadar un mínimo de 750 m por vez.

No se trata de hacer alarde de mi capacidad atlética, o buscar el aplauso por ser “aplicado” sino reforzar la idea de que el ejercicio es una pieza clave en el “bienestar” ese bien estar con uno mismo, pues me permite seguir activo, mantener a raya las complicaciones crónicas de la DM2 y pensar que existe un futuro pleno a pesar de los achaques de la edad y las obligadas limitaciones que nos impone una vida con enfermedades crónicas que no solo llegan a fastidiarnos la existencia y además evolucionan hacia peor cada día. De nuestra actitud y esfuerzo depende que para salirse con la suya se tomen más tiempo, mucho más que si no hacemos nada. Así que mi recomendación final es, no lo dejen para mañana; hoy es la fecha para hacer del futuro un lugar donde valga la pena vivir.


domingo, 9 de septiembre de 2012

LADA (Latent Autoinmune Diabetes in Adults) o Diabetes Autoinmune Latente del Adulto





Desde hace algún tiempo traigo atravesada la idea de escribir acerca de una relativamente nueva denominación para las ya varias clases de la muy conocida diabetes y por eso hoy, después de un buen rato de pesquisas y estudio comparto mis hallazgos al respecto. 

Primero que nada y de acuerdo al conocimiento común compartido por cuerpo médico y pacientes, existen a saber cuatro tipos conocidos de diabetes mellitus: Diabetes tipo 1 (DM1), Diabetes tipo 2 (DM2), Diabetes gestacional (DG) y la derivada de causas externas como enfermedades o tratamientos con algunos tipos de medicamentos. Aunque muchos médicos están de acuerdo en dichas clasificaciones, también se han encontrado casos que no corresponden a ninguno de los criterios para ser clasificados dentro de cualquiera de estas categorías y conforme avanzan los estudios y la información estadística se va compartiendo a mayor número de centros de salud, se nota una tendencia al incremento en estos casos “extraños”. 

Y no sólo se trata de encontrar coincidencias para definir el origen, el tratamiento y el pronóstico de la enfermedad, sino de entender las –a veces muy sutiles-, diferencias entre cada tipo de diabetes. Como ejemplo podemos tomar la DG y la DM2 que su comportamiento es casi idéntico, excepto que en muchos casos -la mayoría de hecho-, la condición de diabetes gestacional (DG) se retira casi de inmediato después del parto y en pocos casos prevalece como diabetes tipo 2 formalmente instalada. Sin embargo el pronóstico más común en estos casos de DG sea el de la aparición eventual de la diabetes tipo 2 algún tiempo después,  si no se toman medidas de control con el equilibrio calórico (alimentación sana, ejercicio y control de peso). Aun así, no son iguales la DG y la DM2 aunque se les reconoce un origen metabólico muy parecido.

Como todo lo que ocurre en la investigación, conforme se va desarrollando más el conocimiento médico y se van recabando mejores datos para análisis, se van reconociendo formas nuevas de enfermedades o padecimientos que obviamente antes pasaban inadvertidas, ya sea por falta de un diagnóstico acertado o por haber sido confundidas con algo más, a falta de mayor capacidad para hacerlo de forma correcta.

Y ya entrando en materia, la realidad es que de manera cotidiana solamente se suelen tomar en cuenta los dos principales tipos de diabetes, la DM1 y la DM2 y cuando se han encontrado diferencias o discrepancias en la forma de evolucionar de la enfermedad o a la forma de responder al tratamiento, se le ha dado por clasificar estos casos como “subtipos” de diabetes que requieren combinaciones especiales de medicamentos de control o terapias más agresivas, a veces en hospitalización intensiva. La clasificación de los diferentes tipos de diabetes establece rangos. Por ejemplo, a los niños y jóvenes hasta los 30 años se les reconoce la DM1 y a los adultos mayores de treinta la DM2, para la mayoría de los casos. Sin embargo, hoy día sabemos que los niños y adolescentes pueden desarrollar DM2 y algunos adultos mayores de 30, 40 y más años, pueden también presentar la DM1 y de los casos “extraños” que no se apegan a las definiciones tradicionales de DM1 o DM2 el más común ha sido bautizado como LADA (por sus siglas en inglés) y que se refiere a la “Diabetes Autoinmune Latente en Adultos” y según parece a este tipo de diabetes pertenece aproximadamente el diez por ciento de los casos totales de diabetes en el mundo, lo que coloca a la LADA en números muy similares a la DM1 o probablemente más extendida.


Y si ya hace algunos años que se empieza a hablar de este tipo de diabetes ¿Por qué no sabemos más al respecto? Como decía arriba, en muchísimos casos es mal diagnosticada y lo más frecuente es que se le diagnostique como una DM2 que no reacciona adecuadamente a monoterapia con hipoglucemiantes y que responde a combinaciones de éstos con insulina o como una DM1 de evolución lenta. Como quiera que sea, a pesar de que se empezaron a recabar datos del fenómeno LADA desde los años 70 del pasado siglo, a la fecha hay aun mucha incertidumbre sobre cómo definirla adecuadamente, cómo evoluciona y cuán importante sería para los pacientes que la padecen estar informados de ello.

Entonces, el panorama de la diabetes LADA se va definiendo de acuerdo a pistas halladas más bien de forma accidental durante un proyecto de investigación sobre la DM1 y la forma de identificar las proteínas denominadas “anti-anticuerpos” cuya presencia en la sangre constituye una evidencia del ataque que deriva en la destrucción de las células beta del páncreas, desde el propio sistema inmunológico de los pacientes con DM1, eliminando la posibilidad de producir insulina. 

Para validar la prueba, había que demostrar la exclusividad de la presencia de la dichosa proteína en casos de DM1, para lo cual los investigadores también buscaron los mismos anticuerpos en la población en general, incluyendo gente con DM2, la cual no es autoinmune. Pero para sorpresa de los investigadores, si bien en la población en general no apareció dicha proteína –como era de esperarse-, en casi el diez por ciento de la gente con diagnóstico de DM2, sí apareció. Eso implica que aunque los síntomas son prácticamente idénticos a la DM2, hay una diabetes de origen autoinmune y se las considera LADA a esos casos. Si bien aun no se ha establecido de forma precisa esta distinción en la comunidad médica y no existe una denominación universalmente aceptada pues hay médicos que prefieren llamarla DM1.5 o incluso niegan sea diferente a la DM1

Actualmente se busca establecer criterios homogéneos para su diagnóstico entre los cuales se deben de considerar los siguientes:

1. La presencia de auto-anticuerpos en la sangre
2. Edad adulta al presentarse la Diabetes
3. La no necesidad de tratar la diabetes con insulina por los primeros seis meses después del diagnóstico, asumiendo una detección temprana.

Como se puede observar, las diferencias principales entre LADA con la DM1 y DM2 es que en la DM1 se requiere de insulina de inmediato y en la DM2 no hay anti-anticuerpos presentes en la sangre. Esta diferencia abre el debate sobre si los criterios anteriores son lo adecuado para el diagnóstico de la LADA. Todo esto ha despertado una nueva controversia dentro de la comunidad médica. Controversia que va mucho más allá de definir si el nombre es LADA o DM1.5 o cualquiera otro. A lo que lleva, finalmente es a tratar de encontrar y demostrar que los diferentes tipos de diabetes que conocemos tienen o no un origen genético similar. Por lo pronto se sabe que la LADA está más cercana de la DM1 que de la DM2 por el lado de la proteína asociada a los anti-anticuerpos que no aparecen en la mayoría de los casos de DM2, pero también se han encontrado diversos tipos de proteínas asociadas a anti-anticuerpos, que aparecen más abundantemente en pacientes con DM1 que con LADA, lo cual explicaría también la diferencia en la velocidad de deterioro de la función productora de insulina. 

En fin, el dato es interesante pues pudiera ser la luz hacia una metodología mejorada y más acertada para tratar a muchos pacientes diagnosticados como DM2 y cuyos organismos no reaccionan adecuadamente a los tratamientos con hipoglucemiantes, dieta y ejercicio, hasta que son tratados con terapias de insulina. Quede esto en el espacio de la reflexión personal y el auto monitoreo, pues nosotros somos los primeros que percibimos si algo anda mal y nuestro tratamiento comienza a perder efectividad, mucho antes que el equipo médico que nos controla, ya que ellos sólo nos ven de vez en cuando y si a ellos se les pasa, puede ser sumamente perjudicial en el mediano y largo plazo.



domingo, 5 de agosto de 2012

Tomando temas prestados.



El Pasado 16 de julio pocos días hace, falleció Stephen R. Covey, uno de los gurús de negocios más influyentes entre las décadas de los noventas, hasta la actualidad. Aunque este espacio no está dedicado a tomar asuntos de la administración de empresas, el recordar a Mr. Covey tiene una razón muy particular, para lo cual hago un poco de memoria al respecto.

El pilar de su famoso negocio de consultoría se basó en el concepto convertido en éxito editorial denominado “Los 7 hábitos de la Gente Altamente Efectiva” y en ese numerito está la base del tema de hoy. La referencia la anoto, puesto que uno de los efectos que tuvo este enfoque de los 7… que tomó y retomó usándolo para escribir múltiples libros que trataron temas que abarcaron desde la administración del tiempo laboral y personal, hasta el relacionado con la educación de los hijos, pasando por la construcción de un matrimonio exitoso. El común denominador, es que siempre se trataba de 7 principios que él iba elaborando a lo largo de cada uno de sus libros. Como resultado, he visto aparecer cada vez con más frecuencia, grupos de recomendaciones, principios, consejos, etc. que se enumeran en grupos de siete, en vez del tradicional “decálogo” que iniciando con los bíblicos mandamientos, se había convertido en el referente. Este nuevo enfoque de concentrar en siete, ha encantado pues tiene un toque de modernidad y es, sin dudarlo, muy original.

Una vez que estamos en el enfoque de los siete, paso a justificar el título de la entrada y es que navegando por la página de la Federación Mexicana de Diabetes, ejercicio que hago frecuentemente con el ánimo de encontrar novedades -ejercicio que nunca falla-, me encontré una colección de preceptos titulada “7 puntos que nos conducen al camino saludable”. Título que además de contener el cabalístico número siete, suena de lo más Zen.

Pero al revisar los siete puntos publicados, me parecen de una sencillez estupenda y el compartirlos así, tal cual y sin ningun comentario adicional será suficiente en esta ocasión. Mi sugerencia al respecto es el de hacer una lectura pausada, cuidadosa e ir digiriendo cada uno de los consejos o puntos según los nombra el documento y hacer el análisis de cuáles ya incorporamos a nuestra vida diaria y ponernos una palomita de aprobado y los que aun no, ponerles una fecha para alcanzar la meta.
  
1. Comer saludablemente: Llevar un plan de alimentación personalizado y adecuado a las necesidades y gustos de la familia es básico para nutrirnos bien, para mantener o conseguir un peso adecuado y sobre todo para controlar nuestros niveles de glucosa. 
2. Mantenerse activo: Establecer un plan de actividad física constante y de acuerdo a nuestra condición personal ayuda a normalizar los niveles de glucosa y contribuye al control metabólico. Caminar 30 minutos diarios 6 veces a la semana es suficiente para a ver resultados. 
3. Medir constantemente los niveles de glucosa: Llevar un registro diario de estas cifras proporciona una herramienta de gran ayuda para el médico y el educador en diabetes. Permite la modificación del tratamiento con base en la observación de las fluctuaciones de glucosa. 
4. Seguir el tratamiento médico: Los antidiabéticos orales y la insulina apoyan en el control de los niveles de glucosa. 
Es necesario conocer su función y los efectos que producen en el organismo, así como sus horarios. Todo esto deberá relacionarse con los alimentos y la actividad física. 
5. Aprender a enfrentar retos cotidianos: LA EDUCACIÓN es la piedra angular en el control de la diabetes. Un paciente que se conoce y que conoce su condición reduce la posibilidad de presentar complicaciones y, por ende, garantiza una mejor calidad de vida. 
6. Tomar una actitud positiva y adaptarse sanamente al nuevo estilo de vida: Implementar técnicas que ayuden a relajarse y a incorporar la diabetes a la vida para aprender a vivir mejor con ella. 
7. Reducir riesgos: Aprender sobre las complicaciones agudas y crónicas de la diabetes y cómo prevenirlas. Además es importante iniciar una revisión periódica por especialistas (oftalmólogo, odontólogo, etc.) para su detección y control oportuno.

Hasta la próxima entrada.

martes, 31 de julio de 2012

Diabetes tipo 2 y el correcto autocontrol. ¿Es posible acaso? (Parte 3)



Continuando con el tema y con la intención de concluir esta breve serie –que no el tema que tiene mucho de donde cortar-, sigo adelante con esta entrada en la que quisiera ver otros aspectos relacionados con el correcto autocontrol.

Si resumimos las anteriores entradas que versan de manera principal sobre el documento denominado “Autocontrol de la glucemia en la diabetes de tipo 2 sin tratamiento con insulina”, observamos que se trata de una serie de recomendaciones a los profesionales de la salud sobre la forma de obtener datos confiables en base a parámetros estándar en cuanto a frecuencia y horarios en la toma de muestra en un esquema denominado ACG. Esto tiene la doble ventaja que le da al cuerpo médico una medida estandarizada como base para medir la efectividad del tratamiento prescrito, como al paciente una rutina de auto monitoreo que le otorga un marco de referencia y disciplina que le puede aportar a llevar un mejor estilo de vida con mayor apego a las medidas prescritas. 

 Pero además de uno picarse los dedos con mucha dedicación y constancia para obtener ritualmente el valor que el cuerpo médico solicita y, aceptémoslo, nos va dando la precisión del dato para vivir tranquilos o en angustia, según sea el caso, hay mucho más en el menú que el tomarse medición de la glucosa o ir al médico o a los análisis periódicos en laboratorio. En este menú cabe ese listado de acciones, cuidados, conciencia y bien hacer que nos ayuda a “ir tirando” a falta de un metabolismo saludable. 

Si lo dividimos en áreas para poder ir desmenuzándolo, aunque sepamos que al final se trata de acciones que van, como en la sopa de pollo, que aunque hagamos la lista de ingredientes, nunca tendremos una buena sopa de pollo si los ingredientes no van mezclados en la proporción y sazón adecuados. 

Así pues, comenzamos, precisamente, con la alimentación. Este tema ya me ha obligado a escribir un montón de veces con diferentes enfoques y siempre, siempre, habrá algo nuevo que agregar. Por ejemplo, el concepto de dieta y para mejorarle, el de dieta de diabético. Interesante, ¿no? Pero sencillamente complicado o para aclararlo más, complicadamente sencillo. Primero que nada y pregonando nuevamente el concepto, dieta tiene hoy en día el concepto más equivocado posible puesto que se ha convertido –erróneamente- en sinónimo de privación, hambre y alimentarse de cosas que no tienen sabor o, peor aún, saben a rayos. Por extensión, dieta de diabético es lo mismo, pero peor puesto que se cree que a un diabético se le debe prohibir que coma cualquier cosa que tenga más sustancia que una hoja de lechuga y sin sal ya que sufrimos de la presión. 

 Nada más equivocado que esos pensamientos. Una dieta es simple y sencillamente lo que en un día come una persona, cualquier persona, sin estar limitado el concepto ni a la calidad ni la cantidad. Es decir, si soy atleta de alto rendimiento y como una dieta abundante en proteínas y carbohidratos, esa es mi dieta; si soy diabético y como una dieta balanceada con restricciones en cantidad y contenido energético de lo que entra en mi plato, esa es mi dieta. Es decir, la dieta se define a partir de lo que como en el día a día y no al revés. Por eso, a veces es un poco difícil aceptar el concepto y hay quien para quitarse de encima el peso de la palabreja, le llaman plan de alimentación. Como quiera que se llame, lo importante es que mi dieta sea sana, suficiente, atractiva y sabrosa. Si cuento con la asesoría de personas expertas en nutrición, me orientarán sobre qué es recomendable y qué no para mi dieta. 

Por otro lado, se ha demostrado en evidencias arqueo antropológicas que los humanos requerimos de hacer mucho ejercicio para evitar que el llamado “gen ahorrador” nos lleve a ganar peso acumulando grasa y por sedentarismo adquirir o empeorar la condición de diabéticos. Por ello, moverse en grado de ejercicio aporta también una enorme contribución a nuestro bienestar. El sueño es otro factor que aunque poco considerado, comienza a demostrar su importancia en los desórdenes de tipo metabólico, la diabetes como el más importante y el dormir bien o mal está siendo cada vez más observado ya que en una serie de estudios de campo se ha encontrado que la falta de sueño, el insomnio o el realizar trabajos nocturnos eleva el contenido de glucosa en sangre, además de que favorece la aparición de obesidad o su incremento si ya estaba presente cuando la condición de falta de sueño se presenta. Entonces, dormir bien se convierte en parte de la receta para un auto cuidado exitoso. 

Medicamentos es el siguiente ingrediente a considerar. Ya fuimos al médico, nos dieron nuestro plan de autocontrol de la glucemia (ACG), nuestro plan de alimentación (dieta, para los que no temen pronunciar su nombre), nos recomendaron una rutina de ejercicio y nos recetaron algún medicamento o combinación a tomar en períodos específicos del día. Lo que sigue, es apegarse con mucha precisión a todo el tratamiento y seguir al pie de la letra la receta recibida. 

Para el día de hoy, solo me queda un ingrediente para añadir a la receta. Aprendizaje y mucho, el más que se pueda. Entre más sepamos de nuestra enfermedad, menos trabajo nos costará cuidarnos y será más fácil apegarnos a nuestro tratamiento integral. Recordemos que el conocimiento es poder y en el caso de la diabetes, me da el poder sobre el control de la enfermedad de acuerdo con una consulta informada, donde me queda claro que es lo correcto por hacer, me permite eliminar mitos infundados y quizás lo más importante, mantenerme alejado de los charlatanes, los remedios cuestionables y los peores de todos, los productos milagro. Así pues sin dar un curso de cocina, ya tenemos nuestra “sopa de pollo” para el auto cuidado de la diabetes. Ahora lo que queda es incorporarla diario a nuestro estilo de vida.

En fin, he llegado al final de esta serie, que no del tema y como siempre, quedo abierto a comentarios, opiniones y cualquier información que ayude a arrojar buena luz sobre el tema.

viernes, 20 de julio de 2012

Diabetes tipo 2 y el correcto autocontrol. ¿Es posible acaso? (Parte 2)



Siguiendo con la idea del Autocontrol de la Glucemia (ACG), me encuentro que el criterio que se busca establecer es precisamente que los pacientes con diabetes tipo 2 (DM2) no insulinodependientes (NID) podamos contar con un parámetro confiable de reporte al equipo médico que nos esté tratando, para que se pueda establecer un valor objetivo de cómo se comporta nuestro organismo de manera cotidiana y si hay alguna fluctuación importante a lo largo del día, la semana o el mes. De igual manera podemos ir generando un reporte numérico que pueda arrojar luz sobre si existen ciclos de variación de los niveles de glucosa o cómo vamos reaccionando al tratamiento prescrito para controlar la glucosa.

A veces los DM2 nos volvemos reacios o flojos o poco disciplinados para realizar el ritual del vampírico piquete tan necesario para medirnos la glucosa en sangre. El argumento más escuchado es el de ¿y para qué lo hago tan seguido si no uso insulina? O aquel de ¿y qué caso tiene picarme si cuando tengo el azúcar alta no puedo hacer nada para bajarla rápido? Esta última recientemente escuchada en un grupo de apoyo para diabéticos. O también la muy socorrida ¿si ya me sacan la Hemoglobina Glucosilada, para que me pico doble? En fin, ingenio y argumentos sobran, lo que realmente falta es tomar al toro por los cuernos y medirse de manera constante, disciplinada y efectiva los niveles de glucosa en sangre. La segunda parte de este sacrificado esfuerzo consiste en llevar un registro sin fallar y la última fase es cargar con nuestro registro y mostrárselo a nuestro equipo de especialistas médicos para que puedan darle el mejor uso posible a nuestro favor.

El punto más importante que no hay que perder de vista es que como DM2 NID tenemos que conocer nuestros niveles cotidianos de glucemias. Conocerlos de manera externa, es decir, con apoyo de un glucómetro pues sabemos que ya no podemos manejar glucemias normales en automático y sabemos de cierto y sin espacio para adivinanzas, que hay una curva pronunciada que se eleva entre la hora y media y dos horas después de los alimentos y decae paulatinamente –y en algunos casos súbitamente-, antes de los alimentos. Sabemos también que los ayunos prolongados no nos son benéficos y que lo ideal, dependiendo de cada caso, es que no dejemos pasar más de tres a cuatro horas sin tomar algún alimento o una colación que nos ayude a evitar que la “curva” de la glucosa fluctúe de manera brusca.

Bueno, como ya vimos, si además de los cuidados con los tiempos entre alimentos, la elección de un plan de alimentación sano, equilibrado, completo, variado y que nos deje satisfechos, adicionamos el ACG, podremos estar seguros de que nuestro control será razonablemente adecuado y, casualmente, ese éxito se verá reflejado en los resultados de las glucemias medidas.

Pero ya que hablamos de medir las glucemias y regresando un poco al documento “Autocontrol de la glucemia en la diabetes de tipo 2 sin tratamiento con insulina” que analizaba en la entrada anterior, encuentro que ahí se le sugiere a la comunidad médica una serie de “tomas de muestra” con diferentes esquemas y que tienen como objetivo ir dando parámetros de información de cómo reaccionamos a los tratamientos y como nos comportamos los azucarados pacientes.  

Antes de entrar en materia de los diferentes esquemas sugeridos, junto con una breve explicación de la información que los resultados aportarían a nuestro médicos, quiero hacer la distinción entre este monitoreo con glucómetro y los análisis periódicos a los que nos tenemos que someter. Primero que nada, siempre los análisis realizados en un laboratorio clínico serán de mayor exactitud que los hechos en casa con un aparato portátil, además de que para el caso de la Diabetes, se mide también la Hemoglobina Glucosilada (la famosa HbA1c) la que nos cuenta la historia del contenido de glucosa -en promedio- en un lapso de tres meses. Por otro lado, aunque menos precisa que la medida de laboratorio, la que hacemos con lanceta y glucómetro es una “instantánea” y la colección de instantáneas funciona para armar una película cuando ponemos los resultados en secuencia, entre más larga la secuencia, mejor. ¿La ventaja a pesar de su menor precisión? Mayor número de datos en el tiempo y la precisión del glucómetro es constante, por lo que las lecturas son confiables en el largo plazo.

Para dar mayor claridad al esquema de pruebas que se recomiendan, lo primero es exponer los valores de referencia que debemos alcanzar para considerarnos en control. Valores fuera de la siguiente tabla pudieran indicar un descontrol de la DM2 y requieren la interpretación de un especialista médico.



                                                           IDF (FID) AACE (AAEC) ADA (AAD)
HbA1c (%)                                                <6.5                <=6.5                 <7.0
Glucosa en ayunas (prepandrial) 
[mmol/L; mg/dL]                                       <6.0;<110       <6.0;<110         3.9-7.2; 70-130
Glucosa 2 horas después de las comidas
[mmol/L; mg/dL]                                        <7.8; <140 <7.8; <140 <10; <180*



*La ADA (AAD) recomienda que la medición de glucosa prepandrial se efectúe 1-2 horas después de iniciar la comida.
Abreviaturas: IDF (FID) Federación Internacional de Diabetes
AACE (AAEC) Asociación Americana de Endocrinólogos Clínicos
ADA (AAD) Asociación Americana de Diabetes.

Ya teniendo los parámetros de referencia, las preguntas son ¿cada cuándo me pico los dedos?, ¿a qué hora los hago? ¿Siempre es igual? Bueno, las respuestas, a continuación:

 Primero que nada, hay que ver que nuestro equipo médico conozca este documento, lo hayan estudiado y lo consideren adecuado para un correcto control. Luego, lo más seguro es que se nos pida seguir uno o varios de los esquemas siguientes:

Los llamados protocolos “focalizados o intensivos” que pretenden detectar patrones de glucosa en diferentes momentos del día y pueden ir desde 5 hasta siete tomas de muestra por día y realizarse por un período acotado de hasta tres días seguidos o bien, realizar un muestreo escalonado en los momentos pre y post padréales. Estos estudios -se le sugiere al médico-, se le solicitan al paciente cuando inicia su tratamiento de control o cuando el paciente comienza a desviar sus resultados de control contra un objetivo de máximos y mínimos proyectados.

Los otros protocolos, denominados de baja intensidad, se recomiendan para dar un seguimiento constante a los niveles cuando ya se ha establecido una educación del ACG y se tiende hacia los valores normales. Ayuda a identificar la hipoglucemia postpandreal y orienta los ajustes terapéuticos. Los esquemas de monitoreo incluyen las opciones de monitoreo tres veces al día, realizado dos veces por semana, uno a la mitad y el otro el fin de semana. Se hace en ayunas y antes y después de una comida importante –usualmente la cena-, durante algunas semanas. Este monitoreo se sugiere combinarlo con un esquema de muestreo antes y después de la comida principal y después de algunas semanas, cambiar la alimentación y el ejercicio para optimizar el resultado. Finalmente, repetir el proceso de control en otra comida principal.

Esto del control es parecido a cuando vamos manejando en carretera,  aunque no podemos sentir la velocidad sino solo la sensación de que nos movemos, el velocímetro nos indica si vamos en la correcta aceleración o qué tanto nos desviamos del límite permitido; así nos funciona la rutina del ACG. No importa si me marca que estoy en rangos normales todo el tiempo, necesito tener ese dato validado y es la mejor forma de comprobar objetivamente que estoy haciendo lo correcto. Recordemos que ni las hiperglucemias ni las hipoglucemias –particularmente las primeras-, nos dan aviso a menos que ocurran en grado severo. No juguemos a la ruleta rusa con nuestra salud.

domingo, 15 de julio de 2012

Diabetes tipo 2 y el correcto autocontrol. ¿Es posible acaso? (Parte 1)


Después de dejar pasar un buen rato desde la pasada entrada, retomo la escritura en este sitio con un tema que he tocado de manera parcial en varias de las entradas anteriores y  que hace tiempo tengo la inquietud de tratarlo como tema central. Se trata del relacionado con el autocontrol en la diabetes. En esta ocasión me apoyo en un muy interesante documento que me encontré curioseando en el sitio web de la Federación Mexicana de Diabetes, quienes cuentan con excelente material de consulta y por supuesto comparto algunos puntos que considero especialmente relevantes. 

El documento en cuestión se titula “Autocontrol de la glucemia en la diabetes de tipo 2 sin tratamiento con insulina” basado en un documento de la Federación Internacional de Diabetes (IDF) Así pues que aunque en algunos puntos hay que adoptar un tono un tanto técnico, entremos en materia.

Lo primero que tenemos que traer a la conciencia activa es el por qué de un autocontrol en la diabetes. La respuesta aunque sencilla desde el punto de vista médico y fisiológico, en el aspecto emocional cae como un balde de agua helada y nos abre la puerta del desánimo. Autocontrol puesto que ya nuestro organismo no regula sus funciones metabólicas de forma automática, nuestro páncreas ya no produce suficiente insulina y lo más seguro es que la que hay disponible es de calidad deficiente. Las células por tanto, ya no pueden recibir la tan necesaria aportación de glucosa requerida para realizar el ciclo metabólico y, para colmo, el mecanismo de transformación de lípidos (grasas) se ve sumamente alterado también ya que se disparan las cifras de triglicéridos, del malvado colesterol malo (LDL-Colesterol) y se inhibe la producción del angelical colesterol bueno (HDL-Colesterol). Así, nuestra sangre y tejidos se ven invadidos de glucosa que no se puede metabolizar y malvadas grasas que se depositan en células que nos ponen gordos (adipocitos) y en las paredes de los vasos sanguíneos. En resumen, nuestro cuerpo ya no trabaja en automático y en adelante es nuestra tarea hacer ese control por nuestra cuenta (autocontrol) o aceptar la alternativa, el descontrol que implica complicaciones graves.

Pero, ya que es tan importante el autocontrol, lo menos que podemos hacer es estar conscientes de por qué es tan importante ya que implica que una vez que tengo diabetes y en adelante, no puedo dejar de hacerlo ni un solo día. Eso realmente pesa en el ánimo, pero hay que respirar hondo, asimilarlo y aplicarnos a realizarlo. La pregunta es, ¿cuál es la mejor manera de llevar un autocontrol? Y la pregunta surge pues, aun dentro de la comunidad médica existen diferencias de criterios de lo que debe hacer un paciente con diabetes tipo 2 para llevar un autocontrol. No solo eso, los mismos pacientes no tenemos mucha idea de cómo sacarle provecho a la información que nos va dando de manera cotidiana dicho autocontrol. 

La idea central del documento que en esta ocasión comento es ir formando una base de criterio sobre el autocontrol que si bien es necesario que se desarrolle una estrategia individual a cada paciente, debe existir un criterio generalizado sobre la cantidad y calidad del autocontrol y del uso de la información obtenida por el paciente en cada monitoreo, como base para el tratamiento continuo y los mejores resultados de largo plazo.

De acuerdo a lo leído, en el seminario (2008) del que deriva el documento estudiado, hubo tres objetivos que fueron:

Revisar los hallazgos de estudios donde se describe la influencia clínica y metabólica, así como las implicaciones económicas del autocontrol de la glucosa.

Identificar estudios que definan mejor la función del autocontrol de la glucosa para personas con diabetes tipo 2 sin tratamiento con insulina y diseñar estudios adicionales para tener mejor información.

Proponer recomendaciones para el uso del Autocontrol de la glucosa para personas con Diabetes tipo 2 sin tratamiento con insulina.

Así pues, el documento hace una serie de recomendaciones, que en resumen serían: “Los hallazgos de los estudios del ACG (Autocontrol de la Glucosa) utilizado en la DMT2 (Diabetes Mellitus Tipo 2), sin tratamiento con insulina han sido incoherentes debido a las diferencias en los diseños de estudio, la población y las intervenciones empleadas”, es decir es difícil establecer una base coherente y confiable sobre la utilidad generalizada del ACG. 

Continúa el texto “Sin embargo, los datos disponibles [de los ensayos] indican que el ACG puede ser una herramienta de autotratamiento eficaz, solo si el personal sanitario o las personas con diabetes examinan los resultados y actúan en consecuencia, a fin de modificar activamente la conducta o ajustar el tratamiento.

Si bien es necesario realizar más estudios para conseguir una mejor evaluación de los beneficios, del uso óptimo y de la rentabilidad del ACG, se han propuesto las siguientes recomendaciones para guiar a las personas con diabetes sin tratamiento con insulina y al personal sanitario en el uso del ACG.

Hay en el reporte del seminario un grupo de seis recomendaciones sobre el tema del ACG, todas ellas realizadas en un tono que va del grupo de expertos médicos, hacia los médicos tratantes que lean el documento y norman la idea de cómo ir canalizando al paciente hacia una conciencia de la importancia del ACG así como el uso de esta herramienta como el inicio y estímulo para que los pacientes nos vayamos educando de forma continua con respecto a nuestra diabetes. La lista de las seis recomendaciones es la siguiente:

1. El ACG solo debe emplearse cuando las personas con diabetes (o sus cuidadores) o el personal sanitario posean el conocimiento, las habilidades y la predisposición para incorporar el control del ACG y el ajuste del tratamiento en su plan de cuidados de la diabetes con el fin de alcanzar los objetivos del tratamiento acordados.

2. El ACG debe considerarse en el momento del diagnóstico para mejorar el conocimiento de la diabetes como parte de la educación de los pacientes y, así, facilitar de manera oportuna el inicio del tratamiento y la optimización del ajuste.

3. El ACG debe considerarse como parte de la educación continua sobre el autotratamiento de la diabetes para ayudar a las personas con diabetes a conocer mejor su enfermedad y proporcionar los medios para que participen de forma activa y eficaz en su control y tratamiento, a través de la modificación de las intervenciones conductuales y farmacológicas, según sea necesario, y con la aprobación del personal sanitario.

4. Los protocolos del ACG (intensidad y frecuencia) deben individualizarse para tratar los requisitos educativos/conductuales/clínicos específicos de cada paciente (a fin de identificar/prevenir/tratar la hiperglucemia y la hipoglucemia agudas) y los requisitos del personal sanitario para obtener datos sobre los patrones glucémicos y para controlar el efecto de la toma de decisiones terapéuticas.

5. Los objetivos de realizar un ACG y utilizar datos del ACG debe acordarse entre la persona con diabetes y el personal sanitario. Estos objetivos acordados y la revisión real de los datos del ACG deben documentarse.

6. El uso del ACG requiere un procedimiento sencillo para que el paciente controle periódicamente el rendimiento y la exactitud de su medidor de glucosa.

Cada una de las recomendaciones anteriores es por demás interesante y requieren, digo yo, de un comentario un poco más detallado, lo que ocurrirá en al menos una futura entrada en serie con la presente. Por lo pronto seguiré investigando al respecto y espero, como siempre, comentarios, experiencias y sugerencias.


domingo, 17 de junio de 2012

Diabetes y el Día del Padre (Parte 2)


Hace un año escribía en este espacio una entrada de título similar, con el objetivo de sumarme a la festividad que en buena parte del planeta se celebra. A diferencia de aquel entonces, hoy la idea que quiero tomar es en torno al concepto de la paternidad. 

El ser padre, en una sociedad como la moderna nos pone a quienes asumimos el papel como individuos que en primera persona somos responsables. Adultos responsables. Y cuando digo adultos responsables, no lo hago con el afán de excluir a menores de edad que por la razón que sea, se encuentren de este lado de la paternidad. No, más bien es un concepto de la capacidad y responsabilidad que implica la paternidad y que, independientemente de la edad, nos instala en el mundo adulto. 

Hoy mis dos hijas, seguro estoy, harán lo conducente para hacer patente su afecto por mí en el curso de las próximas horas y si de casualidad alguien les preguntase cuál es mi opinión transmitida a ellas sobre la actitud adulta, contestarán afirmativamente a la siguiente anécdota: Dentro del proceso de convivencia familiar en la etapa de crecimiento hacia la vida adulta, más de una ocasión y particularmente durante la adolescencia y temprana juventud, surgió planteado de diferentes maneras el tema de tratarlas como niñas y no darles más libertades y “confiar” en su juicio. A lo largo de los años de maduración, el concepto que les expresé de manera constante fue el siguiente:

Para mí, la diferencia entre una actitud infantil y una actitud adulta radica en una casi muy leve diferencia; al niño hay que supervisarlo, instruirlo y, si comete un error, se equivoca o se mete en un lio, hay que reprenderlo, corregir la falta y ayudarlo a salir del problema, que en su inmadura mente siempre será más grande que su capacidad para afrontar y resolver. Por otro lado, al adulto se le permite tomar decisiones ya que se espera que tenga conciencia de las consecuencias de éstas y así como tiene la libertad de decidir, tiene la obligación de asumir las consecuencias –buenas o malas-, de las acciones derivadas de la decisión tomada. Muy simple el concepto aunque lo reconozco, sumamente difícil de llevar a cabo. 

Por ello hoy al pensar sobre el tema de la entrada, me surgió este recuerdo ya que la paternidad solemos ligarla con una decisión que obliga a una respuesta responsable, adulta, de a las consecuencias de una decisión tomada con respecto a una relación de pareja. Los hijos llegan y nos cambian la vida y es aquí donde penetra de manera inevitable y complicada la precisión del concepto adulto cuando decidimos “SER” padres, ya que al estar biológicamente desligados de los hijos, debemos construir lazos afectivos que desde el nacimiento nos vayan proporcionando esa poderosa liga que a lo largo de la vida mantiene unidos los cariños paterno-filiales. Recuerdo, por ejemplo la magnífica figura de mi padre y cercanías y alejamientos normales a lo largo de una vida longeva, tuve la gran fortuna de vivir el papel de hijo cercano al mío –que ni de lejos el del consentido- pero que en sus años finales nos permitió una proximidad con una maravillosa comunicación afectiva y una muy didáctica transmisión de experiencia colmada de sabiduría de esa que solo se alcanza con la edad. Cuánto lo extraño.

No quiero en este espacio participar en juicios sumarios a los masculinos que se quedaron en el papel neutral de donadores de esperma, sino concentrarme exclusivamente a quien en conciencia, libertad y toda su capacidad emocional eligieron formar parte de la vida familiar actuando el papel de padres. Ese papel que trasciende al del proveedor de bienes y servicios y que proporciona una guía, ejemplo, tiempo de calidad y pone su “granito de arena” en la formación de hijos que reciben lo mejor de uno para tomarlo como parte de su formación hacia la vida adulta. A esos padres les dedico hoy este espacio y a menos que mis hijas emitan juicio en contrario, me incluiré en la felicitación. Estoy seguro que apoyaran el aplauso y me sonrío por ello. 

Si bien no soy aficionado a la celebración del día de esto o del aquello, en particular cuando la conmemoración se convierte en un evento mercantil en vez del correcto afectivo, creo que celebrar a los buenos padres es necesario de vez en cuando y por ello no pude evitar la tentación de hacerlo hoy. 

Por esta vez y aunque no hay manera de desprenderse de la diabetes y guardarla en un cajón para salir a celebrar sin restricciones, saldré a celebrar con mi hija mayor quien vive en esta misma ciudad y vendrá a sonsacarme para que salgamos de fiesta y con la temprana felicitación telefónica de mi hija menor quien vive a casi 500 Km de distancia y que no estará físicamente conmigo pero en emoción y pensamiento compensará la ausencia física. 

Finalmente y para cerrar la colaboración del día, diré que estar de fiesta con diabetes no es diferente a estar viviendo cualquier otro día. Que el metabolismo no distingue entre días “normales” y días de fiesta y que nosotros tampoco debemos hacerlo. Sé que es mucho pedir tener disciplina en medio de la diversión, pero por experiencia sé que aunque es difícil, muy difícil, se puede lograr y que cada día vivido sin complicaciones derivadas de la diabetes hace que el esfuerzo titánico que cuesta el frenar el impulso del exceso, valga la pena. Durante la fiesta hay que esforzarse, lo sé pero, ¿no uno hace lo que sea por el bienestar de los hijos? Pues a hacerlo señores padres responsables que por ello somos adultos. 

Feliz día del Padre


miércoles, 13 de junio de 2012

Diabetes Tipo 2 en niños y adolescentes.



Al estar repasando mis notas para decidir el tema que habría de tratar en este día, le pedí consejo a la hermosa mujer que comparte su vida con la mía y le proporciona esa mágica vivencia que produce su sola presencia y, entre otras muchas cualidades, la tan necesaria dosis de sensatez y amorosa crítica –que no censura-, que como límpida bocanada de aire fresco tanta falta me hace para sobrevivir. Ella me sugirió que ya que esta cerca, muy cerca el periodo vacacional en las escuelas, hablara de los problemas de la obesidad infantil, dado que los niños se encuentran en un ambiente más cercano a la familia y con posibilidad de realizar nuevas actividades o intentar cambios en el estilo de vida.

Lo medité durante un buen rato y llegue a la conclusión de que el mejor enfoque sería uno radical que hablara no solamente del riesgo en que se encuentra la infancia y juventud temprana ante la prevalencia de la obesidad, sino ir directamente al punto de no retorno, cuando el no deseado diagnóstico de Diabetes tipo 2 (DM2), entra a la vida diaria habiéndose colado casi imperceptiblemente por la puerta trasera de las calorías en exceso y la vida sedentaria.

Quiero aclarar para una relativa tranquilidad de los adultos –padres o tutores de niños o adolescentes obesos- que no todos los casos de obesidad desencadenan en diabetes tipo 2, al igual que pasa en adultos, pero que en ciertos estratos de población es más frecuente encontrar causas de tipo genético que los hacen altamente susceptibles a desarrollarla. Dije relativa tranquilidad pues aunque no desarrollen diabetes los niños y adolescentes obesos, esa obesidad por sí sola es un riesgo a la salud. 

Pero regresando al tema de las edades prematuras de desarrollo de diabetes -en esta ocasión omitiré los casos de diabetes tipo 1 y las denominadas atípicas que afectan a niños y gente joven- la característica que más frecuentemente define esta condición en niños y adolescentes es la obesidad. Sin embargo al momento de pasar por el tamiz del criterio científico el origen de tan marcado incremento en casos de obesidad infantil por un lado y el igualmente alarmante incremento de casos de diabetes tipo 2 en dicha población, lo primero que hay que hacer es determinar la o las causas de tal fenómeno y a partir de ahí, tomar medidas correctivas y preventivas. Correctivas para poner en control y dar un tratamiento adecuado a este estrato poblacional, procurando darles una mejor expectativa de vida que las catastróficas consecuencias de una diabetes no atendida adecuadamente y, la parte preventiva para tratar de evitar o al menos disminuir de forma sustancial el número de nuevos casos diagnosticados cada año.

La diabetes sabemos, es el resultado de un desorden metabólico que tiene que ver con una forma inadecuada o insuficiente de metabolizar la glucosa y los lípidos (grasas como el colesterol y los triglicéridos), en el organismo y, consecuentemente, con una serie de complicaciones crónicas que van apareciendo en el tiempo derivadas de tales desequilibrios. Como dije en el párrafo anterior, arriba del 98% de los casos de DM2 infantil y juvenil tienen como factor común un cuadro de obesidad que puede ir desde leve hasta la denominada obesidad mórbida. Es difícil establecer un criterio Universal del tipo de obesidad dado que en las edades en que se presenta esta nueva clase de DM2 y si bien es fácil hacer una apreciación subjetiva del sobrepeso u obesidad en su caso, dar un parámetro numérico es más complicado, dependiendo de la edad y grado de desarrollo de los infantes.

Mientras investigaba sobre el tema, encontré unas diapositivas muy interesantes de la presentación de un curso sobre el tema de obesidad infantil y su relación con la prevalencia de la DM2, realizadas por la Dra. Ma. Isabel Hodgson B., la cual se puede consultar completa en la liga: http://www.nutritotal.com.br/icnso/aulas/?acao=bu&categoria=58 

Lo interesante de este estudio realizado en Chile, es que al hablar de las causas de la obesidad infantil identifica con claridad los siguientes factores:

Desbalance entre la ingesta y el gasto calórico, es decir, se come más, mucho más de lo que el organismo requiere para la actividad diaria.

El cambio de hábitos alimentarios, aparte de comer en exceso, se privilegia el consumo de golosinas y productos de alta densidad energética (comida chatarra), se consumen como líquido prioritario jugos y bebidas azucaradas, se disminuye o de plano se elimina el consumo de frutas y verduras.

El sedentarismo, expresado en horas de ver la TV, frente a un computador (ordenador) o consolas de videojuegos además de la falta de tiempo dedicado a la práctica deportiva.

Factores genéticos, que ayudan a que las causas anteriores tengan mucho mayor impacto en determinados grupos genéticos. 

Sin embargo, en las notas de la presentación afirma que en su parecer, el consumo de fast-food y los hábitos de ingestión diaria de alimentos son los responsables por la obesidad de los niños.

Habiendo llegado a este punto donde la combinación obesidad y DM2 ya están presentes en alguien menor a los 20 años de edad, la pregunta central de esta entrada es, ¿qué futuro tienen? Hacer un pronóstico con la información científica disponible a estas alturas del siglo XXI no es tan complicado y es mucho más probable que el futuro predicho sea mucho más parecido a la realidad que una de las profecías de Nostradamus, epítome de la charlatanería aplicada. Para empezar, como el viejo chiste, hay dos posibilidades; que el niño con DM2 capte la seriedad de su enfermedad y poniéndose las pilas haga el esfuerzo para ponerse en control o bien, que no haya esa posibilidad y termine muriendo en condiciones de deterioro grave a una edad mucho más temprana que sus padres. 

En este espacio he ponderado muchísimo el concepto de que la responsabilidad de la propia salud es de quienes tenemos diabetes mellitus, sin importar si es del tipo 1, 2 o cualquiera otro y tampoco sin importar la edad de la persona. Sin embargo hay varios factores que me surgen cuando medito en el tema y es que hablando de diabetes en niños y adolescentes, en el pasado casi el 100% de los casos eran DM1 que obliga a la administración de insulina y a un muy estrecho monitoreo del nivel de glucosa en la sangre y como la propia vida depende de ello y en caso de no haber control este se hace evidente por la pérdida acelerada de peso, obliga a la familia y a los propios "padecientes" a tomar cartas en el asunto y resolver a marchas forzadas los obligados cambios en el estilo de vida que impone la enfermedad, so pena de morir prematuramente en un coma (cetoacedosis) por hiperglucemia.

Sin embargo, cuando la obesidad infantil está presente, normalmente existen otros factores adicionales a los arriba anotados como causas de dicho sobrepeso y tienen que ver con conductas de familia, formas de educar (el comer bien también es parte del proceso educativo) y de percibir la comida. Hace algún tiempo escribí una serie de entradas también versando sobre este tema y comentaba que es difícil aunque no imposible, encontrar niños obesos en ambientes familiares donde hay buenas prácticas de alimentación sana, estímulo al deporte y otras actividades lúdicas además de una supervisión sobre lo que los niños y adolescentes encuentran disponible para la comida cotidiana.

Por ello el panorama se complica, pues si hay obesidad, generalmente esta es familiar y si como sucede en el caso de DM2 en adultos, la familia raras veces está dispuesta a verse en el espejo del diabético y cambiar los hábitos de comida y ejercicio por un esquema más sano, la profecía más probable es que adicional al estigma de la obesidad adicionada con DM2 exista una clara reticencia a desarrollar un cambio radical del estilo de vida que en primer lugar los hizo llegar a un cuadro de obesidad y de ahí a la marca de la DM2. Lo digo porque al haber transcurrido una infancia donde no se aprendió el control del apetito, la disciplina y el ejercicio del buen juicio de elección del alimento correcto; donde además no se ha madurado lo suficiente como para percibir el peligro potencial de las complicaciones de la diabetes, que no conocen de edad sino de que tan buen o mal control se tenga; donde la hiperglucemia no da síntomas, condición que incluso a los adultos nos genera problemas por no sentir la “necesidad” de estar en control puesto que no duele, el futuro puede ser muy doloroso y desesperanzador.

Sé que a muchos padres de familia nos sucede el fenómeno de la ceguera selectiva, que sabemos o intuimos que nuestros retoños tienen un problema, en este caso el sobrepeso o de plano una marcada obesidad, pero no “encontramos” la forma de resolver el problema, de detener la tendencia y nos angustiamos enormemente, pero somos incapaces de encontrarle por nosotros mismos un remedio al problema y, peor aún, de implementarlo por temor a los pleitos y sombrerazos que tendríamos que enfrentar y es mucho más cómodo, voltear un lado y dejar ser, dejar pasar. 

La pregunta en este caso es, ¿a qué precio?.