sábado, 30 de junio de 2007

Saltando vallas.


A veces me da por tener ciertos pensamientos de orden filosófico –léase como que la ociosidad es madre de las malas ideas-, con respecto a la diabetes y otras enfermedades de las llamadas silenciosas e incurables, que se han convertido en el moderno azote de la humanidad.
En esta ocasión, que no es la excepción, los pensamientos vienen estimulados por acontecimientos recientes en el ámbito de mi propia salud, que me merecen hacer una reflexión profunda al respecto y poner una marca –como esas que se usan en las carreteras para indicar los kilómetros que nos separan de nuestro destino final-, para indicar una etapa más en que los acontecimientos me demuestran que las decisiones tomadas con respecto a la propia salud, han resultado acertadas.
El miércoles tuve la rutinaria consulta médica para revisar cómo está mi diabético organismo y revelar si realmente hay control de los niveles de glucosa y lípidos en la sangre, además de otros parámetros para medir funciones metabólicas, renales, etcétera.
Hace seis meses me retiraron los hipoglucemiantes para lograr que pudiera recuperar mi peso normal después del súbito bajón del período octubre-diciembre; el reto, aparte de alcanzar mi peso ideal conforme a mi IMC (índice de masa corporal), era lograrlo sin perder el control de la glucosa en sangre y sin hipoglucemiantes; claro está, solamente con una dieta muy estricta y ejercicio. La buena noticia: lo logré. Ayer confirmó mi médico tratante que mi peso, la presión arterial, la hemoglobina glucosilada, el colesterol total, los triglicéridos y el colesterol malo (LDL-colesterol), están en valores normales. La no tan buena, es que el buen colesterol (HDL-colesterol), quedó un poco por debajo del valor ideal. Bueno, queda ahí un reto para alcanzar a la brevedad los buenos niveles.
Estos resultados implican que los daños normalmente esperados para un diabético con el tiempo de evolución de la enfermedad -como es de esperarse en lo general-, en mi caso se hayan mantenido al margen. Es más, mi estado de salud es casi el de una persona normal e incluso, podría presumir, un poco mejor. Claro que los daños causados previamente por una diabetes mal controlada, como una leve micro albuminuria y una incipiente retinopatía diabética, siguen ahí, aunque afortunadamente, sin avanzar.
De aquí se desprende la reflexión. Si bien la diabetes es una enfermedad a la que hasta la fecha no se le ha encontrado una cura, el alcanzar y mantener controlados los niveles de lípidos y glucosa en la sangre es posible y, con ello es posible evitar o retardar la aparición o desarrollo de las complicaciones crónicas. Claro que estoy conciente que mi caso tiene sus particularidades y que muy a tiempo me puse en control antes de que los daños se extendieran demasiado, pero también ha sido con un enorme esfuerzo de autocontrol para mantener la disciplina necesaria para mantenerme con mi plan de alimentación y no soltar el diario ejercicio. También me queda claro que el poder prescindir de los hipoglucemiantes puede que sea una victoria temporal, pero en el fondo la esencia de la cuestión es que se puede aspirar a una vida normal, sin deterioros graves a cambio de sacrificios que se pueden considerar mínimos, comparados con la ganancia resultante. No es una cura a la diabetes, pero el control me permite vivir como si no la padeciera.
Por ello, insisto de nuevo, no importa si es con puro ejercicio y dieta –conste que mi caso no es el “más frecuente”-, o con una o la combinación de varias terapias, ya sea con hipoglucemiantes solos o combinados o insulina sola o combinada con hipoglucemiantes, es la disciplina con aquello que comemos y lo que nos movemos, lo que constituye la máxima contribución a una vida sana, plena y digna de ser vivida y disfrutada.
Por ello hoy pongo esta marca en mi kilometraje individual, que señala otra etapa en que confirmo que voy por el camino correcto, que el esfuerzo me ha redituado y que a pesar de los temores, los cotidianos piquetes en los dedos para llevar el control de la glucosa en sangre, los momentos difíciles en que hay que vencer la tentación por esa golosina o la flojera de levantarse a mover el cuerpo, el mismo cuerpo me lo agradece y mis ojos, mis riñones, mi corazón, mis pies y mi sistema circulatorio, están trabajando como deben y el espectro de la “muerte de un diabético”, se mantiene alejado.

jueves, 21 de junio de 2007

¿Qué haremos sin AVANDIA? (II)


En la pasada entrada relativa a los medicamentos hipoglucemiantes, presentaba los llamados “medicamentos clásicos” o hipoglucemiantes que pertenecen básicamente a cinco clasificaciones, de acuerdo a la base química que los compone. Así encontramos las Sulfonilureas, las Biguanidas, los inhibidores de la alfa-glucosidasa, las tiazolidinedionas y las Meglitinidas. Todo un rollo para pronunciarlas y escribirlas.


Aunque parece magia esto de cómo funcionan los medicamentos y, dentro de los grandes misterios que recuerdo de mi ya muy lejana infancia, está la curiosidad de saber cómo le hacen las medicinas para que, sin importar cómo las tomemos, SIEMPRE sepan en qué punto deben de actuar. Por ejemplo, me preguntaba, si me duele la cabeza, ¿cómo sabe la aspirina que debe irse precisamente ahí a hacer su efecto? O por otro lado, si me lastimaba el hombro y me daban un antiinflamatorio, la pregunta era la misma ¿cómo SABE la medicina en donde sí y donde no actuar?. Sigo con la misma ignorancia y duda, pero lo que sí es cierto es que funcionan para lo que son recetadas, aunque a veces con efectos en órganos o sistemas que no debieran ser afectados. Creo que la ciencia comparte, de alguna forma, mi trascendental duda.


Bueno, eso me lleva a las medicinas de ultima generación para tratar la DM2 y alguna también la DM1 y que ya difícilmente se pueden denominar “hipoglucemiantes”, pues su acción es reguladora en sistemas complejos y muy específicos y ya hay varios que están llegando a los mercados del mundo desarrollado y pronto los estaremos viendo familiarmente en el emergente que nos corresponde.


Hay tres nombres nuevos que iré describiendo de qué están hechos y lo que se sabe hasta ahora de cómo funcionan. Estos nombres son: Januvia, Byetta y Symlin.


La lista la inicio con los inhibidores de la DPP-4. La DPP-4 es una enzima conocida como dipeptidil peptidasa IV y es responsable de “frenar” a las proteínas que estimulan la producción de insulina en las células beta del páncreas cuando tomamos algún alimento. Si la DPP-4 es inhibida, entonces se incrementa el lapso de liberación de insulina, reduciéndose la glucosa en sangre como consecuencia de ello.


El nombre comercial de este medicamento es Januvia (Fosfato de sitagliptina) y ha dado buenos resultados en las pruebas tanto en monoterapia, como combinada con otros medicamentos como la Metformina que ya analizamos en la primera parte. Se prescribe exclusivamente para DM2 en casos donde los medicamentos convencionales, la dieta y el ejercicio no dan buenos resultados. En las pruebas se ha visto efectiva donde otras opciones han fallado. De cualquier manera, se recomienda mantener dieta y ejercicio.


Este medicamento tiene la característica que solo trabaja cuando es requerido; es decir, dado que funciona prolongando la estimulación de la producción de insulina, si no hay glucosa en la sangre, no habrá acción sino hasta después de haber ingerido algún alimento, cuando suben los niveles de glucosa en la sangre, comenzará a actuar hasta bajar el nivel. Como ventajas a esta acción, hay poco riesgo de hipo glucemia y el riesgo de aumento de peso es muy pequeño. Como efectos secundarios, los reportes más comunes son infecciones en las vías respiratorias superiores, ardor en la garganta y/o dolor de cabeza. Como se elimina por vía renal, quienes tengan la función renal comprometida (nefropatía), deberán tener una supervisión estrecha de su médico.


La dosis de prescripción es de 100 mg al día en una sola toma y no requiere ser tomada con los alimentos, como es el caso de otros hipoglucemiantes.


Como un nuevo enfoque para el tratamiento de la DM2 aparece Byetta, un medicamento de uso exclusivo para DM2 y no utilizable para tratar la DM1. Este medicamento se usa como complemento a terapias con hipoglucemiantes del tipo “tradicional”, como lo son la Metformina o las sulfonilureas, para ayudar a alcanzar un adecuado control de glucemias en quienes tienen problemas para mantener un control adecuado.


Este medicamento es la versión sintética de la hormona Exendin-4 la cual se encuentra en la saliva del Mounstro de Gila. Como comentario cultural, este simpático pero mortal lagarto tiene la particularidad de pasar periodos prolongados sin comer y su páncreas literalmente se “apaga” y cuando comen, excretan la Exendin-4 la cual “enciende” de nuevo el páncreas para colaborar a la digestión del alimento.


En humanos, mimetiza la acción del péptido similar al glucagón (GLP-1, Glucagón-like peptide en inglés), que se produce en el intestino delgado y estimula la producción de insulina en el páncreas –para mayores pistas, ver la entrada dedicada a la cirugía Bariátrica y la posible cura para la DM2-, ayudando además, a prolongar la sensación de saciedad lo que conduce a una reducción de la sensación de apetito y puede ayudar a la reducción de peso para quien padeciendo DM2, tiene sobrepeso.


Este medicamento –que no debe ser usado como monoterapia, sino siempre combinado con hipoglucemiantes orales-, se aplica por inyección subcutánea, similar a la aplicación de insulina –de ahí viene la aclaración que su uso es restringido a la DM2, ya que previo a este medicamento, los hipoglucemiantes eran exclusivamente de administración oral-, aplicándose una hora antes del desayuno y de la cena, no se debe aplicar si no hay alimento ni después de haber comido ya que pierde su efectividad. También es importante hacer notar que puede inducir cuadros de hipoglucemia cuando recién se incorpora al esquema de tratamiento farmacológico.


Finalmente, dentro de estas drogas de nueva generación, llega una droga de regulación de la función pancreática que es toda una revolución ya que funciona para controlar tanto la DM1 como la DM2. Sorprendente.


Esta casi milagrosa medicina, cuyo nombre comercial es Symlin, químicamente es una sustancia llamada Pramlintida, una forma sintética de la Amilina, hormona naturalmente producida en el páncreas humano y que trabaja en conjunto con la Insulina y controla la liberación de la glucosa en sangre después de los alimentos.


En la DM1, tanto la Amilina como la Insulina, dejan de producirse simultáneamente, mientras que en la DM2, la producción de Amilina puede atrofiarse, al igual que la de Insulina, produciéndose de forma insuficiente. Por ello, este medicamento (Symlin), puede impulsar el desempeño de la Amilina permitiendo ayudar a controlar la glucosa postpandreal cuando se combina con terapia de Insulina.


Como decía al inicio de la descripción de este medicamento, se utiliza como complemento para tratar a personas con DM1 y con DM2 tratados con insulinoterapia, ya que permite un mucho mejor control de sus niveles de glucosa, especialmente cuando hay picos postpandreales (después de los alimentos), aun con la aplicación de insulina.


La Pramlintida reduce la tasa de la digestión estomacal, prolongando la sensación de saciedad y reduciendo la liberación de glucosa en el torrente sanguíneo. Su aplicación está indicada en conjunto con terapia de Insulina para permitir mejor control de los niveles de glucosa en la sangre.


Con respecto a posibles episodios de hipoglucemia, se recomienda precaución especialmente a los DM1 pues aunque la Pramlintida por si misma rara vez es asociada con hipoglucemia, combinada con Insulina, puede desencadenar hipoglucemias severas. Por ello el médico tratante debe indicar la regulación de las dosis tanto de la Insulina como de la Pramlintida. Precisamente para reducir este riesgo, su aplicación debe ser al inicio de las comidas, en conjunto con la dosis de Insulina previa al alimento principal, nunca de las colaciones.


Finalmente, como terapia de control de la glucosa para la DM1 como para la DM2, no hay nada como el lograr que la Insulina vuelva a trabajar en las cantidades adecuadas que nuestro metabolismo demanda. Los nuevos medicamentos, especialmente la Pramlintida, nos recuerdan que no hay sustituto mejor para la Insulina endógena (la que nuestro cuerpo produce), que la Insulina, de preferencia la endógena, lo que es posible en la DM2, o inyectada para quien tiene DM1 o quién con DM2 con deficiencia grave o que tempranamente decida en conjunto con su médico, la terapia de Insulina artificial, que me parece una excelente opción.

viernes, 15 de junio de 2007

Las sorpresas de la medicina. ¿Una cura para la DM2?


En la medicina cada vez hay más conocimientos sobre el funcionamiento del cuerpo humano, de las interrelaciones entre órganos y sistemas y el dominio de tales conocimientos se convierte en una tarea de creciente complejidad. Todos los días se aprenden cosas nuevas, se descubren efectos insospechados y algunas terapias, medicamentos o tratamientos desarrollados para tratar algún mal, aparecen funcionando de una extraña manera sobre sistemas u órganos que en principio no se les sospechaba alguna relación.
El caso de la diabetes no es la excepción. Hay muchos ejemplos, especialmente de medicamentos que, originalmente desarrollados como hipoglucemiantes, funcionan como reguladores en el control de peso o incluso como medida preventiva para disminuir el riesgo de que una prediabetes (condición así llamada cuando se presentan las condiciones conocidas como la insulinoresistencia o la intolerancia a la glucosa o ambas combinadas), evolucione a DM2. La aspirina, nombre comercial del ácido acetilsalicílico, originalmente desarrollada como analgésico oral, ahora es usada extensivamente como anticoagulante y adelgazante de la sangre en terapias para pacientes con problemas coronarios o con diabetes, donde el riesgo de un accidente cardiovascular es sumamente elevado.
Pues bien, resulta que del portal About.com:Diabetes, me llega –Gracias Debra Manzella, editora del sitio-, una noticia que no deja de ser una fuente de perplejidad y potencialmente un parte aguas en la medicina, pues estaría marcando una cura para la DM2 en el cercano horizonte. La noticia es que la cirugía bariátrica está haciendo desaparecer la DM2 en pacientes sometidos a tal procedimiento. La noticia es breve, pero sumamente significativa:
“A la pregunta: ¿puede hacer desaparecer a la Diabetes tipo dos la cirugía Bariátrica?, científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Swansea, en Gales, se están preparando para realizar un estudio para determinar el por qué parece que la cirugía bariátrica conduce a la desaparición de los síntomas de la DM2 en solo unos cuantos días posterior a la operación. De acuerdo al comunicado, de la Universidad de Swansea, el 95% de la gente con obesidad mórbida, es decir con un IMC (índice de masa corporal) igual o mayor a 40, padece DM2.” En resumen, dado el enorme problema que la obesidad implica a las sociedades modernas, el potencial de solución asociado a esta noticia, es de proporciones descomunales.
Unas cuantas palabras sobre la medicina Bariátrica. Esta es una rama de la medicina que trata de las causas, la prevención y el tratamiento de la obesidad; el término bariátrica se creó alrededor de 1965 de las raices griegas baro = peso y el sufijo iátrica de iatrós = relativo a la medicina.
Dado que el sobrepeso y la obesidad están intimamente relacionados con problemas severos de salud como infartos, diabetes, muchos tipos de cáncer, asma, apnea obstructiva del sueño (incapacidad de respirar durante el sueño por obstrucción de las vías respiratorias), problemas crónicos musculoesqueléticos, y un efecto no del todo esclarecido entre obesidad y tasa de mortandad, etc.Por ello, cuando se recurre a la cirugía como método para adelgazar –existen varias técnicas quirúrgicas cuya descripción no cabría en este espacio-, las pistas parecen apuntar a que “algo” en la cirugía logra la cura y no la pérdida de peso, dado que es a los pocos días de practicada la operación cuando desaparecen los síntomas de la DM2, mucho tiempo antes de que se logren reducciones de peso significativas.
Los investigadores –quienes por cierto recibieron un financiamiento de cerca de 100,000 libras para los estudios-, enfocaran su búsqueda en una proteina conocida como GLP-1, por su nombre en inglés “Glucagón Like Peptide 1 (Péptido similar al Glucagón-1)”, que se produce en el intestino delgado, región que es recortada en la cirugía bariátrica y se sospecha que dicho procedimiento restaure a la normalidad la producción de la proteína, producción deficiente en los DM2 y encontrar si dicha hipótesis es correcta y el por qué.
Pues aquí queda la pregunta y, si realmente resulta, cruzo los dedos para que los investigadores encuentren pronto la explicación al misterio.

jueves, 14 de junio de 2007

Una cura para la diabetes - el horizonte se acerca.


Estaba preparando mi entrada del día de hoy, con las correspondientes disculpas por mi ausencia en este espacio virtual, disculpas que reproduzco a continuación, “Bueno, luego de un largísimo receso provocado no por unas muy merecidas vacaciones, sino por un desmedido aumento en la chamba que me patrocina los diarios frijoles y que me ha demandado mucho del tiempo que normalmente dedico a este espacio, vuelvo, de manera subrepticia –pues la demanda de tiempo y esfuerzo hacia mi mercenaria actividad no cesa, sino que se incrementa-, a tomar el truncado tema de los medicamentos llamados hipoglucemiantes que se han desarrollado para tratar, principalmente, la DM2.”, cuando repentinamente me llaga una noticia que me hace cambiar el tema y, ahora sí ejerciendo la mexicanísima costumbre, dejo para mañana lo que pensaba publicar hoy.


La noticia, que considero debo incluirla hoy mismo, es con respecto a un tema que ya había tratado en este espacio y es nada menos que el del transplante de células pancreáticas de cerdo a diabéticos tipo 1 (DM1), como cura definitiva. El pasado 14 de abril, comentaba en este foro acerca de los “cerdos biomédicos”, como fuente de células pancreáticas utilizables en humanos y la enorme inversión que se estaba realizando en el denominado Spring Point Project en el Diabetes Institute for Immunology & Transplantation (Instituto Para la Inmunología y Transplantes en Diabetes). En aquella fecha, se sugería un horizonte no muy lejano para comenzar a hacer viable aquella tecnología.


Pues bien, el momento de esa nueva tecnología llega, precisamente, el día de hoy, pues la nueva es que en esta mismísima fecha se está realizando el primer protocolo de transplante de células pancreáticas de cerdo a humanos con DM1. Este protocolo es todo un ejemplo de lo que significa la globalización y cómo la ciencia se abre paso sin fronteras.

Leo el comunicado de prensa sobre esta novedosa tecnología y he aquí por que digo lo de la globalización: El comunicado lo emite la empresa Living Cell Technollogies Ltd. (LCT) y está fechado hoy desde Melbourne, Australia y Auckland, Nueva Zelanda y anuncia el primer xenotransplante de células pancreáticas de cerdo a humanos realizado exitosamente en el prestigiado Instituto Sklifasovsky en Moscú, con un equipo científico integrado por el Profesor Andrei Guljaev, cirujano y Jefe del Departamento de Tecnología innovativa Quirúrgica; el Profesor Anatoli Panov, Director del Instituto de Problemas Biomédicos y el Geny Research Group, Organización norteamericana de contratos de investigación. Toda una red transnacional.El fondo del asunto, sin embargo, es que LCT anuncia su medicamento en prueba cuyo nombre comercial es DiabeCell y que se espera llegue al mercado para el 2012, si es que las pruebas resultan confirmar el éxito de la técnica de transplante.

El transplante de DiabeCell se hace por inyección de las células contenidas en el frasco, por vía peritoneal y el objetivo principal es el de recuperar la producción endógena de insulina en el paciente, medida en términos de valores de Hemoglobina Glucosilada a lo largo de doce meses posterior al procedimiento. Adicionalmente, se buscan otros resultados secundarios como la variabilidad de la glucosa, medida en un monitoreo continuo de 72 horas a los tres, seis y doce meses del transplante; reducción de hipoglucemia e hipoglucemia nocturna, reducción de valores de más del 20% en las dosis diarias de insulina sin ocurrencia de pérdida de control de la diabetes, monitoreado con hemoglobina glucosilada y en ausencia de pérdida de peso mayor a un 10% o cetoacedosis; Cambios en la secreción de insulina endógena y, finalmente, cambios en la calidad de vida evaluados a los seis y doce meses posterior al transplante.

Lo interesante de ésta técnica, es que los candidatos elegidos son seis adultos con DM1 de evolución, sin otras complicaciones y en el caso de las mujeres que sean mayores de 35 años y los hombres mayores de 25 años.

Para mañana trataré de una cura para la DM2, o por lo menos eso es lo que aparenta y tiene que ver con la llamada cirugía bariátrica. Ya veremos. Mientras, la entrada de medicamentos hipoglucemiantes de nueva generación sigue en lista de espera por las novedades que merecen una publicación sin demora.

jueves, 7 de junio de 2007

¿Dónde está la panacea?


En la antigua mitología griega donde los más imaginativos personajes realizaban proezas extraordinarias y eran dioses o estaban íntimamente ligados a los dioses, existieron muchísimas prendas o sustancias con propiedades mágicas que eran capaces de proporcionar invulnerabilidad a quien fuese bañado en ella durante su tierna infancia, cajas repletas de males confinados esperando a curiosa e imprudente heroína a que las abriera, somníferos eficacísimos para atarantar faunos, espadas o lanzas maravillosas y hasta alas de cera que permitían volar por las regiones celestes, eso sí, con la condición de no acercarse mucho al sol.

De las mágicas pociones de aquella época que fueron sueño, ilusión, deseo ferviente entre los mortales, destaca La Panacea, una planta imaginaria que cura todos los males o sirve para preparar remedios con eficacia contra cualquier enfermedad o mal, tanto físico como moral. En la literatura universal múltiples son las menciones que se hacen a dicha cura milagrosa y su concepto ha sobrevivido a los tiempos pues desde los herbolarios y boticarios hasta las más poderosas transnacionales de la farmacéutica moderna, emplean millones de horas-hombre y millones de dólares, para de una u otra forma buscar remedios para los males que nos aquejan a los homo sapiens de este siglo XXI. La búsqueda no ceja ni la esperanza de millones de padecientes flaquea, aunque la llegada de la panacea sea –lo sabemos a nivel conciente-, más una quimera (otro ser de la mitología griega), que una realidad posible.

Sin embargo y a pesar de los pesares, siempre hay avances en el sentido de buscar una mejor calidad de vida para quienes padecemos alguna enfermedad, especialmente de las llamadas crónicas o “de por vida”; la diabetes es una de ellas y, para justificar el numerito, la que mayor cantidad de muertes aporta a las estadísticas del sistema de salud y que se ha convertido por méritos propios en el principal foco de atención cuestión de salud en nuestro país por sus características de proliferación de tipo epidémico.

Todo lo anterior viene a colación pues esta mañana muy temprano estuve presente en el evento de presentación que la empresa Pfizer organizó para los medios como inicio del lanzamiento a nivel nacional de la tan esperada insulina inhalada cuyo nombre comercial es Exubera (pronúnciese con acento en la u) y constituye una liberación para quienes controlan su diabetes con insulina y sufren con las jeringas y el asociado piquete.

La parte médica sobre la importancia de la insulina como terapia de control para la diabetes, estuvo magistralmente presentada por el Dr. Enrique Caballero, quién es Director de la Iniciativa en Diabetes para la Comunidad Latina, del Centro Joslin de Diabetes, en la Universidad de Boston. El Dr. Caballero además de presentar cómo funciona la insulina cuando es aportada a un organismo con diabetes de cualquier tipo, presentó su recomendación de que las personas con DM2 consideren controlarse con insulina como monoterapia o asociada a un hipoglucemiante oral, con las evidentes ventajas de disminución de los valores de glucemia, especialmente la postpandreal, mejoramiento de los parámetros de la hemoglobina glucosilada y los excelentes números de control de los lípidos (los triglicéridos y las lipoproteínas del colesterol, HDL y LDL), con la consecuente reducción del riesgo de padecer las complicaciones resultantes de un control deficiente o inexistente. Precisamente el énfasis expresado por el Dr. Caballero sobre la importancia de la insulina en el control de la DM2 fue lo que más llamó mi atención, adicional al reconocimiento de que tanto pacientes como médicos, llevados por informaciones equivocadas o temores infundados o bien rechazan esta terapia o la evitan el mayor tiempo posible, perdiendo así una valiosa oportunidad de mejorar la calidad de vida del paciente.

Mucho de esta negativa en pacientes con DM2, se debe, precisamente, a la aversión que se tiene a las jeringas y al dolor inducido por el consecutivo piquete, al grado que algunos casos –también sucede con pacientes que padecen DM1-, prefieren saltarse la aplicación de dosis con tal de no pasar por la inyección. En cuanto a los médicos, al parecer el problema se debe a falta de actualización.

Sin embargo, no todo es coser y cantar. La insulina inhalada no es la panacea, lamentablemente y no resuelve todos los casos de terapia ni se puede indicar a todos aquellos que la quieran usar. Para poderla inhalar, la principal condición y requisito es tener pulmones sanos. El tabaquismo, la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) y el asma, son condiciones que impiden su indicación terapéutica. Es mas, se recomienda hacer un estudio de capacidad pulmonar (espirometría), al iniciar el tratamiento y repetirlo periódicamente para evaluar el avance de la pérdida de capacidad pulmonar, la cual se estima en un 1% en términos generales.

Tampoco sustituye la insulina basal o de largo plazo que todo diabético con tratamiento de insulina –especialmente los diabéticos tipo uno (DM1) que no tienen opción a la aplicación constante de insulina-, debe mantener y que no tiene sustituto inhalado. De todos modos los piquetes quedan y son prácticamente inevitables, pero el uso de insulina inhalada combinada con el tratamiento convencional si disminuye hasta en cuatro al día las dosis inyectadas.

Aun falta mucho por avanzar y habrá que ver los nuevos avances y los efectos de largo plazo del uso de esta técnica de aplicación de insulina. Me es muy interesante y es probable que en breve retome este tema y anote nueva información y otros hallazgos.En fin, aquí tampoco está la panacea, pero pareciera que cada vez falta menos y eso, en todo caso, es sumamente alentador.

Finalmente, quiero agregar que dado que la técnica de inhalación no es del todo simple, Pfizer ha implementado un programa de apoyo a usuarios de Exubera y pone a la disposición un número gratuito 800 y una página web donde se amplía la información de los apoyos que, en principio incluyen refacciones para el equipo inhalador (que parece ser no será una ganga), además de asesorías a domicilio proporcionada por educadoras capacitadas por el Centro Joslin de Diabetes. El teléfono es el 01-800-398-2372 y la página es www.diabetesenmexico.com , la cual la incluiré a partir de hoy en las ligas de recomendables y recomendados.

lunes, 4 de junio de 2007

Un breve receso.


Estoy tomándome un leve receso a mis diarias actividades de esclavo de tiempo completo al que normalmente me dedico cuando habito en esa mi muy querida “Ciudad de los Palacios” o la idílicamente bautizada “Región más Transparente” por el imaginativo Carlos Fuentes.
Aprovechando que mi hija menor ha completado un ciclo más en su vida y ha terminado su carrera universitaria, especialidad incluida, me trasladé el fin de semana a la ciudad de Aguascalientes donde cursó sus estudios en Ingeniería Mecatrónica, para asistir a su fiesta de graduación. Fiesta que por cierto estuvo muy animada y que nos mantuvo en actividad frenética desde el sábado al medio día, hasta muy entrada la madrugada del domingo en que -como marca la canción es correcto proceder-, arrastrando la cobija y… regresamos a dormir los restantes minutos que separaban el fin de la fiesta con el amanecer asoleado.
Este asunto que marca un acontecimiento de celebración y sana alegría, en una persona que vive con diabetes tipo dos, no deja de convertirse en un reto pues conjunta una serie de factores que ponen en riesgo el control de las glucemias y tensan los sistemas de forma extrema. La ventaja de ello es que, al menos en mi caso, no se trata de un acontecimiento cotidiano, sino que es más bien, la excepción que permite una justa celebración por la culminación de muchos años de esfuerzo continuado. Por ello que más que presumir lo satisfecho que me encuentro por el esfuerzo y logro desarrollados por mi hija, presunción que considero más que válida, esta ocasión plasmaré aquellos pecados cometidos durante la fiesta y que forman parte de aquellos momentos de presión social donde los diabéticos nos enfrentamos a la máxima tentación de dejarnos llevar por el comer y beber sin medida ni control.
¿Se puede ser fiel al régimen de alimentación y asistir a estas fiestas sin caer en la tentación? Bueno, después de reflexionarlo largamente, debo confesar que, al menos en mi caso, la respuesta es NO.
No, por que el motivo de la celebración no me puede ser ajeno; no, por que la forma de celebrar impuesta por nuestra sociedad es a través de reuniones masivas donde la liga social es la comida –de menú preseleccionado sin opciones de variación hacia lo nuticionalmente correcto-, la bebida y la danza en un ritual que se perpetúa a sí mismo de generación en generación. Entonces la pregunta es: ¿qué podemos hacer quienes sabemos que “no debemos” comer ni beber y mucho menos desvelarnos so pena de arriesgar la salud?
Mi mejor respuesta a tal pregunta es: moderación. Soy plenamente conciente que ante ciertas circunstancias es prácticamente imposible sustraerse a la fiesta, a la comida y bebida que no cumplen ni por asomo a lo que podríamos llamar un sensato plan de alimentación para alguien que vive con una diabetes, del tipo que sea, ni dejar de participar en el baile y el ambiente del momento.
Lo que hice y que mi más sensato sentido del juicio me dictó, fue prepararme previo al evento, comportarme durante el evento y cuidarme posterior al evento. De esta manera, desde tiempo atrás he procurado mantener un buen control de mis glucemias y, ajustándome a mi plan de alimentación y a un régimen permanente de ejercicio, mantenerme bajo control para así, tener la seguridad que si una noche me descontrolo, el impacto sobre mi organismo será menor que si no he estado bien o al menos razonablemente bien controlado. Durante la cena-baile, comí de todo lo que se sirvió, excepto el postre –espacio de duelo por la renuncia a los carbohidratos directos-, pues el peor error que podría haber cometido hubiera sido el de privarme de alimento por considerarlo que no correspondía a mi “plan de alimentación”, pues ello hubiera causado una hipoglucemia y necesidad a disponer de las reservas grasas con el correspondiente sobreesfuerzo al hígado y al páncreas, lujo que un diabético no debe darse. Además, agregaré que me bebí un par de caballitos de tequila para brindar con la familia y amigos en el evento, razón adicional para no dejar de comer y liberar de estrés al hígado.Uno de los puntos a favor en estas fiestas es el elemento del baile. No importa si tengo dos pies izquierdos, en una pista atiborrada de gente es un detalle que pasa desapercibido y el beneficio es el ejercicio que hacemos que nos ayuda a quemar las calorías en exceso que tienen las salsas y condimentos de la cena y nos mantienen en una condición cercana al “me estoy cuidando”, pero sin perderle la alegría al momento y sin remordimientos de conciencia.
A partir del final de la fiesta –taquitos al pastor de por medio para evitar hipoglucemia-, como a eso de las cuatro de la mañana, un sueño reparador de unas tres o cuatro horas y volver al régimen normal –en lo que a alimentación corresponde-, para estar preparado para la siguiente fiesta.
No es sencillo y estoy seguro que mi médico y mi nutrióloga me propinarán un severo jalón de orejas por lo que aquí expreso, pero creo que habiéndome cuidado previamente y ahora después, estoy en lo correcto y que de a poquito, el organismo resiste un poco de estrés si lo sabemos mantener bajo control el máximo tiempo posible, como en este caso que fue más bien la excepción que la regla.