domingo, 25 de febrero de 2007

Otra vez la burra al trigo… (V)


Acabado el paréntesis, pero siguiendo en la necedad, entendemos que la naturaleza no da nada sin esfuerzo y que en el examen final a todas las especies las marca para la supervivencia o la extinción, siendo este un proceso de todos los días y no una llamada a prueba cada determinado número de eras. La frase que mejor resume este sesudo análisis es la maldición bíblica “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, significando las penurias para obtener el diario sustento y que ser comodino no está bien visto por la madre naturaleza.

Entonces ¿Qué pasó? ¿En que momento perdimos esa ventaja evolutiva y nos tiramos a la milonga y la autocomplacencia alimentaria? Los registros paleontológicos nos remiten a unos veinte o treinta mil años atrás, en que después de salir de la última era glacial hará unos cuarenta mil años, nuestros ancestros aprendieron a cultivar la tierra y a domesticar especies animales en un modelo parecido a lo que hoy llamaríamos granja. Sin embargo, aun dicho modelo provocaba una dosis enorme de trabajo físico y privaciones para mantenerlo en funcionamiento, en que el metabolismo –el balance entre lo que se come y lo que se gasta en energía-, seguía razonablemente equilibrado.

Los historiadores nos cuentan que de siete a nueve mil años atrás, este mamífero a cuya especie pertenecemos, el honorable homo sapiens, comenzó a sobre poblar su planeta madre y aunque el crecimiento poblacional fue lento y poco perceptible en un principio, este inteligente bicho –nosotros-, se comenzó a organizar en sociedades mucho más complejas que lo que la vida nómada le podría permitir y se asentó en grupos grandes, llamados villas, pueblos y, finalmente, ciudades. Con el advenimiento de las ciudades, surgió una nueva clase de sociedad y de división del trabajo, donde el intercambio de bienes, denominado comercio, comenzó a definir la nueva faz de la sociedad y la superficie de la tierra. Con el tiempo aprendimos a transformar, de manera cada vez más eficaz y rápida, nuestro entorno natural y aprendimos a construir con herramientas multiplicando nuestra propia y muy limitada capacidad física, al grado de hacer grandes obras sin prácticamente hacer ningún esfuerzo, gracias al trabajo mecanizado; el máximo ejemplo de economía de movimiento con un resultado tangible a pesar de una enorme distancia, es el control remoto que nos permite realizar la proeza de, con solo mover un dedo, cambiar los canales de la TV sin esfuerzo físico.

Aquí en este preciso momento es en el que entramos al tema de los cuidados y el control que tanto beneficio nos harán, máxime ahora que, gracias a la serie de necedades publicadas previamente, sabemos cómo es que se va generando y proliferando el daño en nuestro organismo y que, en buena medida, en nuestras manos está una buena parte de la sana solución.

Cuidarse o no cuidarse. He ahí la cuestión.

Si bien ya vimos que las complicaciones crónicas de la diabetes son prácticamente las mismas para quienes tenemos DM1 (tipo 1), DM2 (tipo 2), DMG (Gestacional) u otros tipos, los cuidados y precauciones llegan a diferir entre quienes padecemos la DM1 y las DM2 y DMG, que aunque parecidos en líneas generales, tienen diferencias vitales.

Comencemos con las diferencias para luego explorar las similitudes, en donde la parte terapéutica marca la principal diferencia. Aunque cualquier tipo de diabetes puede ser tratado con insulina, su uso es casi exclusivo en el tratamiento para la DM1, ya que el páncreas ha perdido su capacidad para producirla; así pues, para controlar correctamente a una persona con DM1 se requiere la aplicación correcta de dosis de insulina –hasta muy recientemente aplicada únicamente por inyección hasta la aparición de la versión inhalada-, tanto de acción lenta como de acción rápida, dependiendo de cómo reaccione el organismo y los tiempos de comida y de actividad física. Lo anterior debe ir combinado con el engorroso piquete de lanceta para verificar los niveles de glucosa en sangre tanto antes como después de los alimentos.

Por el lado de la DM2 y la DMG, se tratan básicamente con hipoglucemiantes, aunque de la tendencia más reciente es suministrar insulina solamente o en combinación de hipoglucemiantes, especialmente en personas recientemente diagnosticadas y que preferentemente no presenten complicaciones crónicas.

Pero aparte de la parte médica, el tratamiento y control adecuado de la diabetes se basa en otros aspectos cuya importancia no es menor que la de los medicamentos, pero vendrán para las siguientes necedades.

miércoles, 21 de febrero de 2007

Otra vez la burra al trigo… (IV)

La necedad de hoy versará sobre qué hacer para cuidarnos y retrasar o evitar la aparición de las complicaciones agudas. La solución, si bien es muy sencilla de recetar, al momento de llevar a cabo el remedio, es donde aparece el problema principal del tratamiento y control.

Primero haré un paréntesis sociológico y evolucionista tratando de dilucidar el por qué nos cuesta tanto trabajo ser y hacer lo correcto para alcanzar una vida sana. Lo primero que procede en estos casos, es plagiar –el nombre técnico es investigación-, información de los expertos en paleontología, arqueología, biología y genética –nada pues, ya que si vamos a plagiarlos, al menos que sea algo que suene impresionante, ya que en realidad, los hallazgos recientes en dichas ciencias son realmente espectaculares y parece que nuestra condición actual de elevada vulnerabilidad ante los estragos de enfermedades antes raras o desconocidas se ha incrementado conforme alcanzamos grados de civilización cada vez más espectaculares.

Este paréntesis comienza como los cuentos de hadas, algo así como: Había una vez, hace como
tres y medio millones de años, un grupo de primates conocido como Australopithecus, que vivieron en lo que hoy es el continente africano y que la pasaban muy felices en una selva tropical, tupida con abundante comida –por cierto, eran primordialmente vegetarianos-, agua y un clima cálido y estable a lo largo del año. Pero aquí es hasta donde llega la parte romántica del cuento, pues no tuvo un final feliz, al menos para nuestros primitivos héroes, pues como sucede cíclicamente en este planeta, el clima cambió y en un abrir y cerrar de ojos –claro, desde el punto de vista geológico, unos 1,500 a 2,000 años-, el paisaje se fue transformando en un páramo donde la sequía tomó la fisonomía del entorno. Nuestros héroes se vieron ante la disyuntiva que exige la regla de la selección natural, extinguirse o adaptarse mediante el mecanismo de evolución; como es lógico puesto que estamos aquí, la muy inteligente elección fue evolucionar y si nos saltamos unos cuantos pasos de cambios continuos, el cambio llegó al actual Homo Sapiens. Si nos comparamos con nuestro pariente el primitivo Australopithecus, del que parte nuestro origen, veremos que hay muchas variaciones que cuentan para la diferencia. Orgánica y funcionalmente, el Australopithecus se parecería más a una mezcla entre nuestros primos los chimpancés, los gorilas y los orangutanes, quienes por cierto, en el origen de esa particular rama genética, comienzan a separarse de nosotros, los homo sapiens, con la pequeña diferencia de ser el primer homínido de adoptar una posición razonablemente erecta.

Primero encontraremos que el cambio lo forzó la pérdida de la abundancia alimentaria por el cambio del clima –algo así como la actual amenaza del calentamiento global-, pero en tres y medio millones de años suceden muchas cosas y nuestro prototipo de personaje es una prueba viva de tales cambios. No se tiene todavía la secuencia completa de los cambios por la dificultad de tener registros fósiles confiables y completos, pero las pistas con que cuenta la ciencia nos dan un panorama altamente confiable y nos relatan la existencia del Homo Habilis, el Homo Erectus (Pitecanthropus), el Homo Neanderthalensis y, finalmente hace como doscientos cincuenta mil años, llega el Homo Sapiens, en una continua secuencia de cambios impulsada por la escasez de comida y un clima adverso que consistentemente mantuvo a estos seres con hambre y en movimiento constante en busca de comida, pero con frutos espectaculares desde el punto de vista evolutivo.

Entre los cambios más significativos está el enorme desarrollo de la capacidad intelectual mediante el incremento de la capacidad craneal y masa encefálica, con la adición de porciones cada vez mayores de corteza cerebral; cambiamos los generosos vientres con grandes estómagos e intestinos gruesos de gran longitud, por un vientre más bien pequeño e intestino grueso muy corto, acortamos nuestras extremidades superiores y perdimos el pulgar oponible en las extremidades inferiores; desarrollamos capacidades de lenguaje y modificamos la posición de los genitales así como los sitios de deposito de reservas grasas. Nos convertimos en omnívoros –es decir, que podemos comer cualquier cosa y aprovechamos sus nutrientes-, con especial predilección hacia la comida de fácil digestión y mayor valor calórico: la proteína animal. Sí, me refiero a ser carnívoros ya que la proteína contiene hasta tres veces más calorías por gramo que sus equivalentes vegetales; en particular la carne de pescados rica en aceites omega 3 y omega 6 permitieron a nuestros antepasados proporcionar la materia prima para una mayor masa de corteza cerebral, sede de nuestros pensamientos complejos a los que pomposamente llamamos inteligencia.

Así que el precio por un “intelecto superior”, fue ser nómadas, cazadores y recolectores con periodos de abundancia en alimentos alternados con hambrunas o escasez. Por ello, además de los cambios evidentes en apariencia y funcionalidad, hubo un cambio metabólico sutil pero crucial: el mecanismo natural de resistencia a la insulina. ¿Para qué sirve tal mecanismo? Preguntarán. Adivinaron, para crear reservas grasas en la época de abundancia que sirvan de alimento en tiempos de hambre. De ahí nos viene el famoso cuerpo de pera a las mujeres y de manzana a los hombres, que define las zonas de depósitos grasos. Y colorín colorado, la evolución derrotó al hambre y ante el reto de un clima adverso a la abundancia creó un ser cazador, recolector, con poca fuerza física y sin garras o mandíbulas poderosas, pero que se transformo en un eficiente depredador con una mente tan poderosa como para transformar su medio ambiente. Un mamífero que camina en posición erecta, con poca grasa corporal, musculatura visible por el esfuerzo diario dedicado a la supervivencia cuya evolución se puede resumir en la frase: esforzarse para comer y comer para realizar el esfuerzo.

lunes, 19 de febrero de 2007

Otra vez la burra al trigo… (III)


Cuando se desequilibra el metabolismo de los lípidos y la glucosa, comienzan a generarse los daños que nos afectan por igual a los diabéticos de cualquier tipo. La pregunta obvia es ¿por qué?, la respuesta ya la conoce la medicina y aunque no es tan simple, la explicación tiene que ver con la forma en que interactúan, principalmente, la insulina, la glucosa y los lípidos a nivel celular.

Desde hace muchos años, casi 100, se sabe que es la insulina la responsable del paso de la glucosa del torrente sanguíneo al interior de la célula y que la falta de insulina o una resistencia a su efecto, producen elevación del contenido de la glucosa en la sangre –eso que llamamos diabetes mellitus. Sin embargo, a lo largo de los años se ha observado que las personas con diabetes presentamos simultáneamente una condición denominada dislipidemia y la insulina tiene que ver con este mecanismo también. Esta condición produce que los principales lípidos conocidos como LDL colesterol, HDL colesterol y los triglicéridos, se salen de los niveles saludables y comienzan a dar problemas en vez de hacer su trabajo. De esta forma tenemos una combinación de sustancias que son necesarias, útiles y benéficas en cualquier organismo, pero que al dejar de funcionar la insulina, su desequilibrio comienza a dañar a todo el organismo.
Así que esta doble condición conocida como hiperglucemia y dislipidemia, que caracterizan a la diabetes, producen una serie de efectos en cadena que, con el tiempo van desarrollando las complicaciones crónicas de la diabetes. El problema primero y casi principal que da origen a los demás, es el daño al sistema cardiovascular, tanto en los principales vasos sanguíneos (complicaciones macrovasculares), como en los más pequeños (complicaciones microvasculares) y lejanos en las extremidades, particularmente los pies.
Al acumularse en la sangre un exceso de glucosa, de colesterol malo (LDL colesterol), y los triglicéridos, al tiempo que disminuye dramáticamente el buen colesterol (HDL colesterol), a los vasos sanguíneos comienzan a pasarle dos cosas que los dañan. La glucosa comienza a depositarse en las paredes de los vasos sanguíneos y produce pérdida de elasticidad, entorpeciendo los movimientos de contracción expansión que facilitan el transporte de la sangre impulsadas por los latidos del corazón; simultáneamente, las grasas, el famoso efecto del colesterol, van tapando las vías sanguíneas, lo que produce varios efectos: Los vasos más pequeños de van taponando dejando sin oxígeno y sin alimento a los tejidos que alimentan, tejidos en todos los órganos, produciendo muerte celular. Por otro lado, produce en los vasos mayores reducción de flujo que provoca hipertensión, que combinado con el fenómeno de endurecimiento y taponamiento de los vasos sanguíneos (aterosclerosis es el nombre médico), van forzando al músculo cardiaco provocando distensión de los tejidos y fatiga acelerada, condición conocida como cardiomiopatía diabética.
Es en este punto en que podemos deducir, cual buenos detectives médicos, qué sigue y hasta dónde puede llegar toda esta combinación de factores que al salirse de carril, comienzan a dañarnos donde antes colaboraban para construir y mantener vida. Conforme dejan de ser operativos los ramales más delgados de los vasos sanguíneos, las células que pierden nutrientes comienzan a morir. En la mayoría de los casos, el daño progresa lentamente en tanto el organismo trata de reponer las células que se van perdiendo; pasa con casi todas las células, excepto con las neuronas, células exclusivas del sistema nervioso y que las tenemos por todo el cuerpo, formando tanto el sistema nervioso central como el sistema nervioso periférico, siendo este último el más vulnerable al daño por falta de nutrientes. Como comentario al margen, las neuronas son las únicas células del organismo que se alimentan exclusivamente de glucosa y oxígeno y, al faltarles ambos, mueren y es prácticamente imposible reemplazarlas; aquí es donde inicia la neuropatía diabética. Las neuronas están muriendo y definitivamente muertas y perdemos la sensibilidad o padecemos dolores muy difíciles de controlar.
Conforme los vasos capilares siguen cerrándose, el daño se va extendiendo paulatinamente. Aparece la retinopatía, la nefropatía y todas y cada una de las complicaciones crónicas de la diabetes. El panorama es aterrador y más cuando adquirimos conciencia de cómo es que se van dañando los sistemas y, que está en nuestras manos evitar o al menos retrasar los efectos de estas complicaciones.

sábado, 17 de febrero de 2007

Otra vez la burra al trigo… (II)


Continuando con el tema combinado de los cuidados para quienes vivimos con la DM y la parte emotiva de la comida en estado de dieta, sigo el planteamiento desde el principio y retomo desde cómo es que aparece la enfermedad.

Hay dos datos que tengo que aportar aquí y que son el origen de los diferentes tipos de DM y la carga emocional de padecerla según el tipo del que se tenga.

La DM1, hasta donde sabemos, es de origen genético y por razones aún no muy claras –ya la ingeniería genética conoce cuales genes son el origen del problema aunque no todavía la solución-, el sistema inmunológico reacciona contra el páncreas, en particular contra las células beta y considerándolas una amenaza las ataca y destruye, provocando la incapacidad inmediata de producir insulina y con ello la condición conocida como DM1, que hace insulinodependiente a quién así es atacado. Esto puede ocurrir desde unas pocas horas después del nacimiento hasta los treinta años, en la mayoría de los casos, aunque existen casos de personas mayores de dicho límite que pueden padecerla.

En otro extremo está la DM2 que se sabe –y la ingeniería genética ya anda tras los culpables-, que existe una predisposición genética a padecerla. Casualmente hace dos días -el 12 de febrero-, se publicó un estudio en la revista NATURE, en que los investigadores descubrieron genes alojados en cinco áreas del ADN que podrían intervenir en más del 70% del riesgo genético de padecer DM2. Para quien sea un experto en genética, confieso que yo no, el grupo internacional identifica al gen TCF7L2 como sospechoso principal en el origen de la DM2. La causa de la DM2 no está claramente identificada, pero además de la predisposición genética de la que es responsable, aparentemente, el gen TCF7L2, su aparición se relaciona con varias condiciones previas denominadas desencadenantes. Entre ellas están grupo racial, estilo de vida –aquí se engloba lo que se come, el grado de actividad física y lugar donde se habita, ya sea campo o ciudad-, edad, sexo y condiciones de salud (peso, estatura, tensión arterial, otras enfermedades o padecimientos).

Los casos totales de DM, para efecto del manejo de estadísticas, arrojan que cerca del 90% son de DM2 y un 10% son de DM1, siendo los segundos, los que de una u otra manera muestran una mayor conciencia de los cuidados cotidianos, tienen, quizá por la misma juventud asociada, una mayor iniciativa en lo que se refiere a organizar y participar en grupos de apoyo o en el diseño e impulso de iniciativas para encontrar una posible cura a la enfermedad o hacer conciencia con gobiernos y organizaciones políticas de la gravedad de las consecuencias de las complicaciones de la diabetes y su enorme impacto en la economía de los sistemas públicas de salud y en la economía familiar. Los DM2 aunque somos más, nuestra participación, con mucho aunque importante para los que algo hacemos, proporcionalmente queda muy atrás.

Regresando al tema de la diabetes, y aunque ya vimos que se trata de cuatro diferentes formas de adquirir y vivir con la diabetes. Al definir qué es la diabetes, independientemente del tipo que se trate podemos considerar que es: “La incapacidad del organismo para lograr que la glucosa presente en la sangre, sea absorbida por las células para una correcta nutrición”.

Sin embargo, la DM no es solo un problema de “azúcar alta”, si así fuera, el inconveniente principal sería controlar el malestar originado por acumular una gran cantidad de glucosa en el torrente sanguíneo. Ya sabemos que da mucha sed, muchas ganas de orinar, la piel se reseca, se tiene sensación de cansancio y vista borrosa.

El problema real detrás del azúcar alta es el mecanismo que la produce y las consecuencias, ya que no solamente es azúcar alta sino una descomposición generalizada del sistema metabólico que va produciendo las pequeñas alteraciones que, con el tiempo, van destruyendo sistemas completos y produciendo daños irreversibles en órganos y tejidos en todo el cuerpo.

Ya sea por que ya no hay insulina disponible como en la DM1 o como enla DM2cuando se asocian varias condiciones como metabolismo anormal de los lípidos, hipertensión, obesidad abdominal y, por supuesto un metabolismo de la glucosa desordenado, comienza a gestarse un desequilibrio global que produce simultáneamente una elevación anormal de la glucosa en la sangre, al tiempo que las grasas se descontrolan, suben los triglicéridos y el llamado colesterol malo y se reduce el llamado colesterol bueno. ¿La consecuencia de esta combinación? La siguiente entrada nos aclarará este mecanismo y por qué es tan difícil poner control cuando de la comida se trata.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Otra vez la burra al trigo… (I)

Esta muy mexicana expresión empleada para denotar una actitud necia de alguien quién, aun advertido de su errónea conducta, sigue y sigue, como conejo de comercial de baterías, hoy me la autoaplico, pues vuelvo a insistir sobre un tema que aunque lo he tratado ya varias veces, no tiene manera de agotarse y es el que versa alrededor de los cuidados que debemos llevar cotidianamente los diabéticos.

Esta entrada, que de acuerdo con todo lo que quiero tratar de manera continua, por su extensión me llevará a fraccionarla en varias partes en las que escribiré sobre el qué, el por qué y para qué sirve el concepto de los cuidados en un diabético.

La inspiración para esta necedad parte de varias fuentes a quienes agradezco que de una manera u otra me hayan permitido conocer sus respectivas inquietudes sobre el tema, ya fuera alrededor de la comida, la dieta y su efecto emocional, el dolor de la muerte en un familiar cercano por no haber seguido una disciplina de cuidados adecuada, la prematura discapacidad por pérdida de función de órganos vitales o extremidades, derivados o por descuido o por ignorar las consecuencias de la vida en la diabetes sin llevar un control.

Agradezco especialmente a mi hija Daniela, quien aparte de ser asidua a este blog, me ha pedido tocar el tema de las dietas desde el punto de vista emocional y a ceci, también porrista constante quien me aporta ánimo para seguir adelante y me hace comentarios súper valiosos y quien en su ultima entrada me sugirió la necesidad casi urgente de retomar el tema de la importancia del cuidado con renovado brío. Vaya pues por ellas y aquellas otras personas que se asoman y aunque no dejen testimonio de su visita, agradezco su curiosidad.

Así pues comienzo haciendo una revisión de qué es y cómo nos enfermamos de diabetes mellitus (DM).

Lo que seguro ya sabemos la mayoría con respecto a la DM, es que como los helados, viene en diferentes tipos: la DM1 o diabetes mellitus tipo 1, conocida también como diabetes juvenil, o también llamada insulinodependiente, la DM2 o diabetes mellitus tipo 2 conocida también como diabetes adulta o no insulinodependiente, la diabetes Gestacional DMG que aparece durante el embarazo, desapareciendo generalmente posterior al parto y que como característica particular, produce bebés con tallas y peso por arriba de lo normal. Finalmente existe una condición llamada diabetes mellitus no específica y se produce por fármacos u otras condiciones relacionadas con disfunciones del sistema endocrino o tumores.

Las realmente más importantes desde el punto de vista epidemiológico por su tasa de crecimiento a nivel mundial, son las tres primeras, siendo la DMG una condición que puede desaparecer permanentemente o, como sucede en la mayoría de los casos, deriva finalmente en DM2, dejando el problema de salud muy enfocado en las dos primeras, la DM1 y la DM2.

Muchas veces me han preguntado que cuál de las dos es más grave y aunque siempre he respondido que si bien las complicaciones agudas suelen ser más graves en la DM1 que en la DM2, cuando se trata del largo plazo, las complicaciones crónicas vienen a ser prácticamente las mismas y el daño suele ser equiparable. Sin embargo hay diferencias sutiles –o no tan sutiles si uno es quien las padece-, entre una y otra que marcan diferencias en la calidad de vida de unos y otros.

Por ejemplo, si vemos la calidad de la vida diaria, una persona con DM1 tiene más libertad para comer que un DM2 pues si controla su insulina y contenido de glucosa sanguínea, podrá probar más cantidad y variedad que una persona con DM2. por otro lado, las personas con DM2 se pueden –más bien se deben, debemos-, hacer ejercicio por periodos más prolongados que quienes tienen DM1, con menores consecuencias del tipo hipoglucemia. En fin la lista tiene sus altas y bajas y mejor aquí le paro. Sin embargo, desde mi punto de vista como diabético tipo 2 (DM2), el tiempo de padecerla cuenta enormemente en la conciencia o inconciencia al momento de cuidarnos. No me cabe la menor duda que es mucho mayor la carga emocional en un niño o un joven quienes empiezan a vivir y saben que no han hecho nada para merecer su condición, que para un adulto formado, que vivió libre de restricciones y que si se cuida, puede retrasar la aparición de la DM o incluso, si no es muy longevo, evitarla; y si ya la padece, cuidarse.

Hasta aquí por hoy y ya mañana seguiré con esta disertación múltiple.

martes, 13 de febrero de 2007

Panorama mundial




De acuerdo con las cifras de la IDF (Federación Internacional de Diabetes, por sus siglas en inglés), cifras que aparecen en el Diabetes Atlas, recopiladas y publicadas por dicha federación y donde se recopilan las cifras mundiales de la diabetes, aparecieron en la ultima edición un conjunto de datos con respecto al panorama de la diabetes mellitus (DM) y la alteración a la tolerancia a la glucosa (ATG), en el año 2003 y la predicción de ambas para el año 2025.

Los datos son, aparte de escalofriantes, sumamente interesantes. Se estima el crecimiento de casos totales de DM, de mayor presencia en países desarrollados, al igual que los casos de la ATG, siendo en ambos casos mayor la cantidad de caso de ATG que de DM. Para efectos de comparación, se acotan los datos en un intervalo de edades entre los 20 a los 79 años.

Los datos en resumen son como sigue:

Población mundial total en el 2003 6,300 millones
Población mundial total en el 2025 8,000 millones (estimada)
Personas con diabetes en 2003 (20-79) 194 millones
Personas con ATG en 2003 (20-79) 314 millones
Personas con diabetes en 2025 (20-79) 333 millones
Personas con ATG en 2025 (20-79) 472 millones


Las cifras, de no hacer nada para revertirlas, implican un crecimiento de casi un 72% para la DM en el periodo contemplado y de un 50% en el caso de la ATG.

Otro dato de preocupación que se desprende de la información del Atlas es el aumento de casos de diabetes infantil y juvenil, tanto en casos de DM1 como de DM2. La tendencia de DM1 infantil, según se desprende de los datos, va en aumento de forma preocupante, en muchos países del mundo, con una tasa de aumento que ronda el 3%. Los indicios parecen señalar un aumento en la tasa de crecimiento en países considerados hasta ahora como de baja Prevalencia.

De igual modo, los datos del Atlas indican que la DM2 en poblaciones jóvenes es un fenómeno que se haya en aumento y se encuentra claramente vinculado con un aumento en la Prevalencia de la obesidad. Lo más grave aquí, es la esperanza de vida sin complicaciones, ya que los jóvenes con DM2 tienen la misma propensión para desarrollar complicaciones micro y macrovasculares, que las personas adultas con DM2.

En el caso de la DM2, se trata de una enfermedad, en ultima instancia prevenible o tratable si aportamos los cuidados y el estilo de vida correcto, por lo que nadie más debiera verse sufriendo las complicaciones, especialmente si se puede ejercer un correcto control sobre la enfermedad.

lunes, 12 de febrero de 2007

Dulce fama

En reflexión de fin de semana se me ocurrió pensar qué tanto está difundida la diabetes entre la población mundial y si solamente nos afecta a las personas comunes o si acaso también los famosos peden ser partícipes de esta nada deseable membresía al club de los diabéticos. La respuesta es sí, hay entre la gente que de una u otra forma destaca en todas las ramas de las actividades humanas, un amplio registro de diabéticos que se han destacado.

Sin embargo, como en todos los listados al respecto, es difícil incluir a todos aquellos que merecen una mención ya que muchas veces es difícil contar con un registro completo y confiable, especialmente para aquellos que vivieron antes de la década de los 90 en el pasado siglo XX, ya que lo más normal era que condiciones como la diabetes fueran consideradas una desventaja que potencialmente impedían la incorporación a una vida normal y productiva y, por lo tanto, una condición guardada en secreto. Por otro lado, no es sorpresa encontrar que la mayoría de las menciones se concentran en personajes que alcanzaron la fama en el país que más ha aportado a las estadísticas y registros de la historia moderna, pues sí, nuestros americanos vecinos del norte.

Revisando algunos de los nombres, encuentro con sorpresa algunos nombres que ni me imaginaba que pudieran aparecer en la lista. Así que para no hacer el recuento demasiado largo, comenzaré con la muestra:


Tomás Alva Edison (de madre mexicana), famoso inventor.
Syd Barrett, guitarrista y vocalista de Pink Floyd entre 1965 y 1968.
Joe Frazier, boxeador. Campeón mundial de los pesos pesados.
Joseph Ratzinger, Papa de la Iglesia Católica Romana con el nombre de Benedicto XVI.
Johann Sebastián Bach, compositor barroco, no mucho que agregar a su fama.
Steve Jobs, genio de la informática, fundador de Apple Computers.
Sharon Stone, actriz de Holliwood.
Herbert George Wells (H. G. Wells), escritor de fantasía científica (La Guerra de los Mundos es su más famosa obra).
Julio Verne, escritor de novelas de anticipación.
Vinicius de Moraes, cantautor brasileño.
Spencer Tracy, actor de Holliwood.
Luis XIV (1638 – 1715), Rey de francia.
Bill y John Davidson, fabricantes de motocicletas, fundadores de la afamada leyenda sobre ruedas, la Harley Davidson
Elizabeth Taylor, actriz de Holliwood.
Marcello Mastroianni, actor italiano.
Anne Rice, escritora de novelas.


La lista podría seguir por un buen rato, pero por hoy aquí la terminaré, cerrándola con un dato digno de la famosa colección del “Aunque Usted No Lo Crea”, un diabético rico y famoso que merecería el Premio Guinnes a la mayor contradicción, se trata nada menos que de Ray Kroc, quien es el fundador y genio detrás de la afamada cadena de comida rápida McDonald’s. Cosas de la vida, ¿no?

Alguna lección debe desprenderse de tanta fama

jueves, 8 de febrero de 2007

¿Pacientes o impacientes?


Tengo en mis manos un folleto editado por la CONAMED (Comisión Nacional de Arbitraje Médico), con el breve y sencillo título de “Recomendaciones generales dirigidas a los pacientes para mejorar la relación con su médico, durante el proceso de consulta”. La ventaja es que no deja espacio a la imaginación o las malas interpretaciones, sarcasmos aparte.

El folleto, que por cierto llegó anexo al numero de noviembre-diciembre de la revista Diabetes Hoy en la edición especial para médicos y profesionales de la salud –aclaro que a falta de ser médico o profesional de la salud, me declaro “amateur” de la salud, para justificar mi osadía de consultar los documentos reservados a los “iluminados” del sector salud- y que la consulto cotidianamente pues las referencias y artículos que contiene son sumamente interesantes. Prueba de ello es la anexión del folleto que ahora comento.

La presentación que hace la Comisión Nacional de Arbitraje Médico, explica las razones del folleto y que me parecen sumamente interesantes. En el cuerpo del folleto hace varios cuestionarios para que determinemos qué tan buenos pacientes somos y da una guía de cómo obtener un buen servicio médico, orientando sobre qué acciones, qué conductas, qué precauciones, qué actitudes tomar para lograr el máximo de nuestro tiempo invertido en las instituciones de salud. Quiero hacer notar que si bien el folleto está diseñado para quienes reciben –recibimos-, atención médica en el sector público (Seguro Popular, IMSS, ISSSTE, Secretaría de Salud u cualquier otra), también aplica, de manera general, para la medicina privada.

Sin entrar en detalles, comentaré que la serie de consejos se refieren a qué hacer antes, durante y después de la consulta, para que el trato sea digno, correcto, completo y los resultados satisfactorios desde el punto de vista médico y emocional.

Igualmente, el folleto incluye una lista de 10 derechos como paciente, que transcribo a continuación:

1. Recibir atención médica adecuada.
2. Recibir trato digno y respetuoso.
3. Recibir información suficiente, clara, oportuna y veraz.
4. Decidir libremente sobre su atención.
5. Otorgar o no (es decir negarlo), su consentimiento válidamente informado.
6. Ser tratado con confidencialidad.
7. Contar con facilidades para obtener una segunda opinión.
8. Recibir atención médica en caso de urgencia.
9. Contar con un expediente clínico.
10. Ser atendido cuando se inconforme por la atención médica recibida.


Si bien los derechos de los pacientes son del mas elemental sentido común, celebro que se hayan publicado por un organismo oficial, que estén respaldados por una ley y se difundan masivamente, pues qué impaciencia da no ser tomado debidamente en cuenta, especialmente ante situaciones que nos ponen en estrés severo, por mencionar un factor de los menos graves y menos desesperados. Seamos pues buenos y bien informados pacientes y dejemos de ser y actuar como impacientes.

miércoles, 7 de febrero de 2007

¿Cuestion de ganas?


El martes tuve consulta de nutrición. He tardado dos días dándole vuelta al resultado de la cita y aunque estoy plenamente seguro de lo que hago con mi plan de alimentación y que no me queda duda de cómo debo manejarla, lo que dije, me dijeron y lo que la báscula –esa malvada chismosa que no deja engañar a nadie-, reveló, causaron la polémica y el conflicto interior que traigo paseando a medio camino entre el lóbulo izquierdo y la corteza cerebral.

Por un lado, confieso que de manera inconsciente sigo comiendo por debajo de mi plan de alimentación. Por instrucciones de mi nutrióloga, estoy llevando una bitácora diaria de lo que como, a qué hora lo como y cuánto es lo que como y, entre las chismosas de la bitácora y la báscula, se empeñan en “balconearme”, mostrando con mucho detalle y precisión las reales desviaciones entre lo que “debo” y lo que estoy comiendo.

Lo que semejante par de chismosas descubren al mundanal conocimiento público, es que en vez de ingerir 2200 kilocalorías al día, mis números siguen bajos y que precariamente estoy comiendo 1800 kilocalorías. ¿Es eso bueno?, no, pues estoy por debajo de la meta. Entonces, concluyo, ¿ello es malo, por simple contraposición lógica? Buena pregunta, pues la respuesta es tampoco. Veamos, antes cuando la dieta era de 1800, estaba comiendo 1500 cuando mucho y estaba perdiendo peso. Ahora, por comparación se me asignó una dieta de 2200 y estoy consumiendo 1800, lo que implica que aunque sigo comiendo de menos, ya estoy alcanzando mi primera meta, que es cumplir las 1800. Es decir, aumenté 300 Kilocalorías y estoy a solo 400 kilocalorías de la meta. La realidad es que al momento de la ceremonia de pesaje, bajé 200 gramos entre el peso de la ultima vez con respecto al actual.

Así que aquí viene la controversia: la nutrióloga que me revisó me felicitó por el logro y me trató de motivar para que complete el espacio faltante hasta alcanzar –y mantener-, la meta calórica. sin embargo la jefe del departamento cuando llegó y se enteró del resultado, me regañó (hay de estilos a estilos), y me dijo algo así como “si quiere morirse, allá usted, siga sin comer lo que debe”. No le quito la razón, pues la tiene, pero me surge la duda, en el caso que el deseo sea la muerte, ¿no sería mucho mejor tomar la voz del poeta y recitar al aire “cuando tengas ganas de morirte no alborotes tanto: muérete y ya”?, cuánta razón tendría Sabines.

lunes, 5 de febrero de 2007

UNidos por la diabetes


Dos asuntos que resultan ser el mismo:

Hoy quiero compartir una noticia e invitar a participar en un esfuerzo internacional para lograr que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), emita una resolución declarando a la diabetes un problema de salud mundial.

Expuesto así, no presenta un asunto de relevancia especial, pues, ¿qué más da que la ONU declare o no una enfermedad como la diabetes como problema mundial?

Bueno, aunque parezca que la ONU es el adorno burocrático más caro e inútil que haya podido confeccionar el ingenio humano, cuyo primigenio objetivo fue el de agrupar a todas las naciones de la tierra en un foro que acabaría con las guerras –recordemos que su fundación se remonta a los años posteriores a la segunda guerra mundial-, permitiendo dirimir conflictos en un foro de discusión inteligente en vez de en los campos de batalla. Un concepto cuyo fracaso lo atestiguan infinidad de conflictos de escala mayor y otros muchos regionales que han asolado a la humanidad durante todos los años de existencia de la ONU y, parece ser que lamentablemente seguirán así.

Pero la entrada no pretende convertirse en una crítica a la ONU, sino más bien en un reconocimiento a la enorme influencia que reviste en otras muchas áreas donde los pronunciamientos del organismo pueden significar la diferencia de convertir a una iniciativa en un éxito de concertación internacional o un anónimo fracaso. Baste decir que la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Mundial para la alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), la UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para los Niños), la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) y decenas de organismos que sirven para generar programas de impacto mundial en las áreas a las que están dirigidos, forman parte integral de lo que conocemos genéricamente como “La ONU”.

Por ello, la propuesta que se presenta a la ONU, tiene como ejes tres objetivos fundamentales: “Reconocer la necesidad urgente de llevar a cabo esfuerzos multilaterales para conseguir mejoras en la salud humana” “Desarrollar políticas nacionales de prevención, tratamiento y atención diabética” y “Establecer el 14 de noviembre como Día Mundial de la Diabetes, reconocido oficialmente por las Naciones Unidas”.

Parece poco, pero avalado por la ONU, este esfuerzo pondría al frente de los sistemas de salud de prácticamente todos los países miembros a la diabetes como una prioridad a resolver como el problema de salud de mayor impacto económico al evaluar el costo de las complicaciones y la creciente tasa de enfermos diagnosticados, daría relevancia a la prevención y cambios en el estilo de vida como método de aminorar la crisis y haría el 14 de noviembre un día de observancia mundial para difundir esfuerzos encaminados hacia la prevención, manejo y control de la diabetes.

La frase que engloba este esfuerzo es “No quiero que mi familia, mis amigos y las generaciones futuras tengan que cargar con el peso de la diabetes”. Frase con la que me solidarizo totalmente pues coincide con mi forma de pensar y sentir.
Finalmente, la dirección donde pueden adherirse a la iniciativa es: http://petition.unitefordiabetes.org/es/form.php

viernes, 2 de febrero de 2007

La Candelaria


Hoy celebramos la fiesta de la Candelaria e independientemente del significado que tenga para cada persona, especialmente en este México nuestro de mayoría Católica, para toda la población significa una noche de cena con tamales, para “pagar” el compromiso del muñeco de la Rosca de Reyes.

Dado que una buena cantidad de festividades ahora instaladas en la mas añeja tradición nacional están tomadas y modificadas de fiestas de profunda raíz religiosa y que, ahora, secularizadas permanecen como integradores sociales, a pesar de haber perdido su original sentido religioso, las seguimos abrazando con singular entusiasmo, precisamente en la conciencia de que pertenecemos a un pueblo fiestero, bullanguero y tragón por cultura perdida en la noche de los tiempos.

Por ello La Candelaria, fiesta que se gesta en su más próximo antecedente en la Rosca de Reyes, viene a cerrar el ciclo de las festividades relacionadas con la navidad.

Como la celebración obliga al inefable apetito a saciarse con los tradicionales tamales (chile, dulce, manteca –a la usanza de las abuelas-, en variedades verdes y rojos; del tipo tradicional o oaxaqueño). En fin, la lista es larga y apetitosa, sin dejar de lado el champurrado de atole o de chocolate. De nuevo, el binomio celebración-comida y si tenemos restringidos los ricos manjares de la fiesta, a falta de pan, penas.

Pero como ya he reiterado en este espacio, si nos controlamos y llevamos nuestro plan de alimentación correctamente, un tamal y un poco de champurrado –pido del de chocolate antes que se lo acaben-, no nos dañarán por solo una vez. Así que a disfrutar con la familia y los amigos de la fiesta y a pasar un rato agradable sin ser los “marginados” de la celebración.

Buen provecho.